Violencias

Santa Fe: reconocen que el caso Vanesa Celma fue femicidio y piden disculpas públicas

Trece años después, llega una leve sensación de justicia a la memoria de Vanesa Celma y el presente de sus dos hijos. Esa mujer de 30 años que sufrió la última de varias agresiones de su pareja el 29 de junio de 2010, para morir casi 5 meses después, producto de las quemaduras que el femicida le infligió. 

Este martes 3 de octubre a las 11, en la sede Rosario de Gobernación, el Ejecutivo provincial pidió disculpas a los hijos de Vanesa, hoy con 18 y 13 años, porque el Estado no advirtió a tiempo que su madre era víctima crónica de violencia de género a manos de su pareja, Omar Díaz. Y porque luego de consumada la muerte, persistió en negar el femicidio y archivar la causa judicial como un trágico incendio.

La familia de Vanesa tuvo que esperar que se agote la vía judicial ordinaria para acudir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Y allí fue donde el tribunal supranacional estableció el veredicto. «Argentina reconoció que no fue un incendio, que la muerte de Vanesa Celma fue femicidio», contó ayer Eva Domínguez, cuñada de la víctima a Rosario/12.

Gracias a ese reconocimiento oficial, los hijos de Celma hoy están alcanzados por la ley Renia, de reparación para huérfanos víctimas de femicidio. El mayor, varón, tenía 5 años en aquel entonces, y fue testigo del ataque mortal de su padre –que nunca fue preso– contra su mamá. Y fue quien desmintió la estrategia del progenitor quien urdió la mentira de que su mujer se había provocado las quemaduras por su voluntad, como desenlace de una discusión.

La niña nació durante la agonía de su madre en el Hospital Clemente Álvarez.

La fiscal Lucía Aráoz y la jueza Mónica Lamperti nunca se ocuparon de elucidar aquella farsa. Los policías de la comisaría 12ª, de barrio Ludueña, tampoco: tenían relación con el femicida, y bajo su responsabilidad se perdieron pruebas valiosas para la causa.

La pareja de Celma y Díaz habitaba una modesta vivienda en calle Humberto Primo, entre las vías, a metros de una escuela, una iglesia, un centro de salud, una comisaría. Estaba rodeada de instituciones y Estado. Sin embargo, nadie intervino cuando la vieron aparecer con moretones y una excusa distinta cada vez.

«No puedo decir que esto es justicia porque el femicida sigue libre. Y aprendí que si lo acusaban sin pruebas luego no se lo podría volver a juzgar. Así que eso sigue abierto», meditó Domínguez al convocar al acto de reparación.

«Lo que rescato es que así ciertas luchas se van cerrando, y que a los hijos de Vanesa les termina de quedar en claro que su mamá no estaba loca, que la Justicia no investigó. El resarcimiento es simbólico, y a los chicos les sirve para saber que si se lo encuentran no le deben nada. Que sepan que vale la pena luchar, salir adelante, no darse por vencido», remarcó.

 

Fuente: Rosario/12

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