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Lo que arde es nuestro corazón de chilenes

Por: Daniela Poblete Ibañez °

La verdad no sé si todes han podido ver o dimensionar lo que está sucediendo en Chile. Yo misma no sé si estoy enterada de todo, pues los medios de comunicación entregan una visión sesgada comandada por intereses que han sostenido un país desigual durante décadas. En enhorabuena que existen las redes sociales y chilenes que a pesar de la represión, estado de excepción y toque de queda, se atreven a grabar el inaceptable comportamiento de carabineros y militares en las calles.

¿Qué está pasando en chile, el país modelo?  Como dice la consigna #ChileDesperto. Despertó de la quietud a la que fue sometida a punta de violencia, represión y políticas públicas que dejan todo a merced del mercado, es decir, despertó tras la gran noche neoliberal a la que les chilenes están sometidos desde septiembre de 1973.

Tras un golpe militar macabro y sangriento el dictador Pinochet comenzó a realizar su tarea, instalar el sistema neoliberal y utilizar a Chile como laboratorio de ensayo de un sin fín de políticas públicas que posteriormente fueron puestas en marchas en el continente entero. Privatización de todos los servicios básicos, más educación, salud y del cobre –recurso que hasta entonces era llamado el salario de Chile- fueron sólo algunos de los cambios producidos en medio del terror, balas y sangre.

Pero también fue necesario amarrar todas estas medidas económicas políticamente y se encargaron de construir unas de las constituciones más antidemocráticas del mundo. Así comenzó nuestra desventura, así extinguieron al Estado y con ello nuestros derechos y garantías ¿Qué nos ofrecieron a cambio? Mercado, tecnocracia y meritocracia.

De esta forma Chile se convirtió en uno de los países más desiguales del mundo, pero que cumple con todas las expectativas económicas del neoliberalismo. Después de la gran crisis de la década del ochenta en donde se exterminó la producción e industria nacional para traer a los saqueadores trasnacionales, número como inflación, desempleo y otros podrían indicar que Chile es un paraíso. Pero lo que se esconde detrás es una cruda realidad, es pobreza y endeudamiento que no se puede soportar más.

Para ejemplificar sólo algunos números: según el último informe sobre panorama social de la CEPAL, el año 2017 el 1% más rico del país se quedo con el 26,5% de la riqueza mientras que el 50% de los hogares con menores ingreso sólo accedió al 2,1 de la riqueza del país. Otro número que es significativo es el salario mínimo que no supera los 423 dólares y que el 50% de les trabajadores ganan 560 dólares mensuales, sólo un poco más que el mínimo que se ha transformado en el salario máximo para muches.

Con ello hay que pagar salud, educación, servicios, transporte, alimentación, vestimenta, y esta vez dejaremos el ocio y diversión de lado porque ese derecho ni siquiera está pensado en ser exigido, simplemente no existe.

Esto lleva amasándose por más de 30 años y hoy explotó. El alza del boleto del metro de 1,7 dólares despertó a el gigante chilene que estaba dormido. 1,7 dólares que harían que por persona, en una familia, se gaste 46 dólares al mes sólo en metro, pero la gran mayoría tiene que tomar más de un transporte para llegar a sus trabajos desde sus casas y viceversa.

#ChileSeCanso porque además de vivir el día a día con la incertidumbre de llegar a fin de mes es común que se enteren, por ejemplo; de la colusión entre las tres cadenas de farmacias que acaparan el mercado para poner precios a medicamentos muy por sobre del valor que podemos encontrar en Argentina, aún en la era macrista. O las empresas de papel higiénico que adoptaron la misma conducta de colusión de las farmacias. O el propio presidente Piñera que ha evadido pagar impuestos de su lujosa casa de veraneo en el Lago Caburga por 30 años.

Para farmacias y empresas de papel higiénico, los verdaderos evasores y estafadores, multas y cursos de ética como sanción. Para nosotres remates y despojo de los pocos bienes que se puedan llegar a tener y si hay descontento y organización; estado de excepción, toque de queda, balas y garrotes. Y es que la desigualdad no es sólo económica, es de derecho y de trato. Los ricos no sólo se llevan la riqueza sino que también la justicia.

Soy una chilena residente en Argentina hace 10 años. Muchas veces me han preguntado porque vine acá si en chile se vive tan bien y muchas veces tuve que explicar que debajo de esos números que cumplen la meta de la macroeconomía, se esconde un día a día que sume a les chilenes a profundas complicaciones y tristezas. No por nada mi país es uno de los que más consume psicofármacos en el continente o que tiene las más alta tasa de depresión. Tomar el colectivo para volver a casa después de una jornada laboral y ver las caras de personas agotadas por sostener jornadas interminables o más de un trabajo es realmente angustiante.

¿La violencia? Si por supuesto que queremos hablar de violencia porque no nos gusta, no la aceptamos. Sabemos de ello, pues vivir toda una vida pidiendo créditos para poder acceder a educación o salud es profundamente violento. Trabajar más de 45 horas semanales y en muchos casos a comisión y sin contrato de trabajo que reconozca relación laboral que nos asegure el derecho a la seguridad social es violento. Ver a nuestres abueles que trabajaron toda su vida recibir jubilaciones de miseria es violento. Ver que la vida, para quienes tuvieron la suerte de nacer en los barrios donde no se quieren enterar como vivimos nosotres, es violento. Tener que pagar un plan de salud por ser mujer en edad reproductiva es violento y sufrir represión cada vez que quisiste salir a protestar por una injusticia o derecho negado es violento.

Cuando la violencia es un factor estructural de la construcción del Estado el debate no puede centrarse, como pretende el gobierno de Chile, en si aceptamos o no aceptamos los hechos que han ocurrido estos días Por supuesto que condenamos la violencia. Pero no nos perdamos, la violencia tiene un origen y precisamente porque queremos que las imágenes de Chile en llamas no vuelvan nunca más es que a pesar de los garrotes, estado de excepción, toque de queda y balas, nos seguimos movilizando  y desde el exterior continuamos denunciando la total vulneración de nuestros derechos fundamentales.

Hoy nos sumimos en la contradicción entre sentir tristeza y rabia por lo que sucede con la represión y la alegría de ver un pueblo unido y que resiste  todos los montajes que medios de comunicación hegemonicos trasmiten. No me tiembla la mano para denunciar el actuar de estos medios porque durante años fui parte de los que exigimos que mostraran las demandas sociales que se pedían en la calle con protestas «pacificas» y nunca tuvimos eco en sus líneas editoriales.

Un nuevo pacto social es necesario pero no puede construirse con militares en la calle ni con los métodos utilizados durante estos 30 años en lo que nos quisieron hacer creer que pensaban en nosotres. Un nuevo pacto social se tiene que significar ahora con la forma que nos creemos. Debe pensar una nueva constitución pero primero debe pensarse sin un gobierno en el que su presidente nos declara la guerra por salir a la calle con ollas y cucharas.

Renuncie Piñera, después hablamos……

Daniela Poblete Ibañez° editora en Argentina de Revista Emancipa. Integrante de la Red de Abogadas  Feministas y del Observatorio Contra el Acoso

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