Por: Carina Ambrogi.
Ángel Enrique Juárez (66), fue condenado por homicidio calificado por el vínculo y por violencia de género. La pena que prevé reclusión perpetua, fue decidida de manera unánime por los jueces técnicos y las 8 personas que integraron el jurado popular.
El juicio que se realizó en la Cámara Segunda del Crimen de la Ciudad de Río Cuarto tenía un final anunciado. El propio acusado había confesado el crimen en 2017, cuando llegó a la comisaría de la localidad Cordobesa de Ucacha con la ropa ensangrentada. Frente a los oficiales Leonel Gambone y Gerardo Libra presentó un cuchillo manchado con sangre y dijo: “vengo a entregarme, maté a mi ex mujer”.
Analía Gómez (35), madre de 3 hijes, tenía una relación amorosa con Juárez, la que decidió terminar por la violencia física y psicológica que recibía por parte del él. Joana Vanesa Lobo dejó testimonio durante el juicio de los golpes y persecución psicológica que recibía su mejor amiga, durante el tiempo que mantuvo la relación y cuando decidió terminarla.
Según comentó el Fiscal de Cámara Jorge Medina a este medio, Analía Gómez había decidido convivir con su pareja, pero la convivencia duró tres días porque el hombre comenzó a celarla e impedirle que saliera de su casa. Su amiga la encontró un día golpeada y le propuso vivir con ella, pero Juárez continuó persiguiéndola con amedrentamientos como “si no sos mía no sos de nadie”, o amenazas de muerte para sus hijes. El sentimiento de pánico que tenía la víctima le impidió realizar una denuncia por miedo a las consecuencias. El 29 de septiembre de 2017 Juárez se presenta en el domicilio de un anciano al que cuidaba su víctima, a la que apuñaló y ahorcó hasta matarla.
El agravante de género
En 2012 se incluyó la figura penal de Femicidio al digesto punitivo, lo que significó una transformación y una evolución legislativa luego de varias décadas de postergaciones a la instalación definitiva de la problemática de género en el código penal argentino.
Según explica el Protocolo elaborado por la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres, “los actos femicidas están arraigados en un sistema que refuerza la discriminación y el desprecio contra las mujeres y sus vidas. A su vez, reproducen los estereotipos de la masculinidad asociada a la fortaleza física y al poder para controlar las vidas y los cuerpos de las mujeres, para, en última instancia, preservar los órdenes sociales de inferioridad y opresión”.
Este y otros argumentos justifican que las penas por casos de muertes violentas de mujeres sean más altas y diferenciales que las que se recibe por un homicidio simple. Conscientes de estas diferencias, los abogados defensores de Juárez intentaron deslegitimar durante el juicio esta figura penal, al tiempo que pretendieron desvincular al femicida de la víctima, minimizando el vínculo y victimizando al acusado, con el argumento de que la víctima le pedía dinero, lo extorsionaba y él no supo cómo reaccionar.
El Fiscal Jorge Medina dijo al respecto que quedó en claro que la mujer estaba en una situación de subordinación y maltrato respecto de su agresor, al que calificó de fiel exponente de la figura patriarcal, que supone a las mujeres como objetos de su posesión.
Finalizada la lectura de la sentencia, Ángel Enrique Juárez volvió a la cárcel, pero sus abogados adelantaron que apelarán el fallo e intentarán que sea beneficiado con prisión domiciliaria cuando cumpla los 70 años.
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