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Maternar y paternar niñeces trans

Volvemos a compartir una nota publicada en 2020 que trae hoy un relato muy especial, en primera persona. Se trata de una carta pública escrita por Marco Reyna, papá de Gema, niña trans de cinco años.

Y es en primera persona porque Marco es pareja de Romina Pezzelato (integrante de La Marea) y Gema su hijita menor.
Celebramos que esta Marea que somos nos permita contar con amor esta experiencia de escucha y abrazo.
Porque no hay nada que ocultar. No es un tabú ni un secreto de familia. Por infancias libres en todos los rincones
Escribe Marco Reyna

Gema cumplió 5 años, pero esa es una verdad a medias.

La cronología, sintetizada hasta estrujarla; es esta:

Hace 2 años y monedas, quien «leíamos» como nuestro hijito menor, empezó a pedirnos que le dijéramos “hija”. No hijito: hijita, nena, hermana. Costó. A veces mucho, a veces menos. En realidad, el cálculo era que con los días eso iba a pasar y en definitiva para la Romina Andrea Pezzelato y para mi eso no alertaba conceptualmente ninguna preocupación en nuestro laberinto ideológico. Con el desfile de polleras de los meses que le siguieron, pasó lo mismo. Amanecía con polleras. Pollera sobre pantalón. Pero ni la incomodidad de tanto harapo la amedrentó. Pues en verdad, la incomodidad era nuestra y mas mía que nuestra, porque la Romi hace rato decidió hacerle pito catalán a ese y a muchos otros mandatos. Con el tiempo, caímos en la cuenta que las polleras y polleritas eran su victoria: de ese bordito no me baja nadie, habrá pensado.

El tema es que hace cosa de medio año la muchachita se le paró de manos al mundo y pidió cambiarse el nombre. No podía ser una nena de verdad con un nombre de nene. Eligió llamarse Gema, como una mujer trans, actriz y amiga nuestra. Fueron días muy intensos. Guardados en casa: hablando, pensando, revisando, llorando. Amando su decisión. Envidiandolé su coraje. Le puso pausa al jardín, a la gimnasia artística y al mundo y a los días nos pidió volver; pero volver nueva y volver Gema. Y así fue.

Mi hijita Gema es una nena feliz.

Tiene un hermano León que la ama y que pasó de no saber qué joraca pasaba en esos días de transición, a las broncas y los abrazos infinitos.

Tiene un pelotón de amiguitas, amiguitos, primas y primos que le hicieron la segunda desde el comienzo mismo de sus preguntas y que ya son largamente mejores que muchos y muchas de nosotres.

Tiene muchos tíos y tías, de la vida, las luchas y la sangre; que la van a acompañar y nos van a acompañar. Saben como nosotres, que una nueva humanidad también le hará justicia a las disidencias.

Tiene abuelas y abuelos que tiraron a la mierda decenas de años de pre-juicios y que la abrazaron sin poner un solo pero. O se los morfaron, que llegado al caso es lo mismo.

Tiene una Ley Nacional de Identidad de Género, la 26743; que heredamos de la lucha sin cuartel de varones y mujeres trans, travestis, putos y putas; y de un gobierno que eligió escucharles.

Es decir, Gema cumple 5 años. Pero volvió a nacer hace menos de eso. A la Romi, al León y a mi nos pasó mas o menos lo mismo.

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