Pensar, revisar, revisitar, deconstruir las paternidades supone, en primer lugar, preguntarnos por la paternidad como función, y comprender su articulación fundamental a la noción de género. Si bien nacemos con características sexuales leídas como “típicas” o “acordes” a lo femenino o masculino, es la cultura la que nos define o de donde tomamos y vivimos nuestro estar en el mundo, nuestra identidad. En esta nota, compartimos testimonios de paternidades trans que muestran un mundo posible.
Por Santiago Merlo. Redacción La Marea Noticias*.
La paternidad, mi identidad

Soy papá de Lola porque ella me adoptó, luego de llegar a la familia por el sistema de adopción (convocatoria pública). Y de Vicente por tratamiento de fertilización de alta complejidad (FIV).
Ser parte de esta familia, me ha llevado la vida entera. Hoy, cerca de los 50, todo valió la pena.
Debí renunciar al deber ser, al género impuesto, torciendo el destino prefijado, abriendo camino donde no había nada… las cuestiones generacionales también hacen mella.
Aún temblando de miedo, me lancé convencido de que podía y podíamos transitar otras construcciones identitarias, proyectos vitales singulares, otras masculinidades, otras crianzas, otras afectividades, otras posibilidades.
Ser papá ha sido y es la experiencia más significativa de mi vida. Mis hijes me han revolucionado el alma, poniéndola patas para arriba, desde que llegaron y todos los días.
Lo soñé desde chiquito, pero no fue un sueño individual. También lo soñó mi compañera Victoria, cuya presencia, constancia, templanza y cuerpo físico han sido fundamentales para materializarlo.
Como ella bien dice ¨Era necesario enamorarse del camino porque hay historias que necesitan tiempo”. Vicente llegó después de 9 años de transitar un proceso enorme, y no hay palabras justas para describirlo. Solo decir que nunca fue fácil continuar, transcurrieron miles de desafíos, sosteniendo la intensidad hasta el final y la esperanza, en una búsqueda hasta el barro y bien adentro.
200 óvulos intravaginales, 200 comprimidos, 25 análisis, 25 inyecciones subcutáneas y 20 intramusculares, 25 ecografías transvaginales, 5 exudados vaginales, 4 transferencias embrionarias, 3 electrocardiogramas, 2 histerosalpingografias, 2 aspiraciones de óvulos, 2 inseminaciones intrauterinas y 2 fertilizaciones in vitro.
Todo parte de la travesía más poderosa de su vida, de nuestra vida. Además, viajes, recursos de amparo, presentación de legajos médicos, historias clínicas y demás papeleos.
Fue su cuerpo el que sostuvo tanto, su fortaleza la que nunca decayó en la búsqueda para saltar y llegar a Vicente. Nos lanzamos al vértigo de un misterio y funcionó.
Y así como el género no es destino y la sangre no te hace padre, lo sos el día que tu hije te reconoce y te dice ¨papᨅ El amor siempre encuentra su camino entre nosotros, los mortales, para mostrarnos el poder que alberga nuestra inmensa pequeñez.
Soy un papá trans y la paternidad hoy es mi identidad, por eso la defiendo y visibilizo. Siempre soñé con ser papá, pero no fue un sueño individual.
“Óvulo de papá, vientre de mamá”
Máximo Uriel Caro, xadre de Kai por método Ropa
Soy una persona transgénero no binaria, si bien entiendo que por mi expresión de género estoy en una posición dentro de la masculinidad trans.
La viabilidad con respecto a los métodos de reproducción hay que verlas de lleno con un médico/a de fertilidad porque cada cuerpo es distinto. En este método ROPA que elegimos, primero tienen que ser compatibles los cuerpos. Hicimos estudios médicos durante un año para ver que fuésemos compatibles y que fuera potencialmente posible. Después yo tenía que volver a menstruar.
Aun en los centros de reproducción si hablan de método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja) lo vinculan a “dos mamás” o lo promocionan como “el método elegido por las lesbianas” eso también me dio el empujón que necesitaba para hacer visible que, no necesariamente dos mamás pasan por un método de estimulación ovárica y extracción de óvulos para tener a sus hijes con la genética propia. También es parejocentrista creer que necesariamente esas personas son una pareja, quizás pueden ser amigues o red (entre otras formas vinculares).
Por este motivo cuando vimos que el método había funcionado decidimos visibilizar nuestra historia en una sesión de fotos donde en la panza pusimos la leyenda “Óvulo de papá, vientre de mamá”, reuniendo dos banderas: la bandera trans y la bandera del orgullo lgbt.
Sellando de esta forma con la evidencia de nuestre hije que los óvulos también pueden ser de masculinidades trans, de personas no binarias y no necesariamente de mujeres.
Visibilizar las dos banderas nos resultó poderoso para mostrar las alianzas que tejemos entre lesbianas y trans a la hora de formar familias de la diversidad.
Por otro lado, decidimos desde el primer momento, no dar a conocer la asignación de género de nuestre hije quien lleva por nombre Kai (nombre sin marca binaria de género) y seguimos apostando a tres años de crianza por una forma de educar sin binarios.
La aventura de adoptarnos
Lucas Taborda, padre de Raúl por adopción
Soy papá trans de Raúl, por adopción, hace 3 años y medio, junto a mi compañera Sole. Desde hace 11 meses tenemos la adopción definitiva con cambio de apellido, gran logro tras la pandemia, ya que postergó muchas vinculaciones familiares y pasos legales.
Puedo decir que fue un afortunado proceso, ya que a los 7 meses de obtener el apto para adoptar nos llamaron para comenzar la vinculación con Raúl, un nene de 4 años.
Aceptamos y allí comenzó la aventura de adoptarnos, él a nosotres y viceversa.
Hoy estamos mejor, con una vinculación en pleno desarrollo al igual que mi transición, para nada lineal pero con la actitud de continuar por este camino pleno de desafíos.
Varones gestantes
Ian Alejandro Rubey, padre de Yanay y Manuel por gestación
Nací por primera vez el 9 de noviembre de 1990 en CABA y volví a nacer en el 2018 en Puerto Madryn cuando pude cambiar en mi partida de nacimiento el nombre y el género que me habían impuesto al nacer, desde ese entonces empezó el camino de construir mi propia masculinidad trans. En 2020 nace mi deseo de paternar, hasta ese momento no lo había ni imaginado porque creía, como me habían enseñado, que no iba a poder ser otra cosa que madre. Todo el 2020 fui haciendo un recorrido referencial, psicológico y emocional, para desarmar el binomio unívoco de “Gestación = Maternidad”.
Ya decidido a gestar para poder abrazar la paternidad presente desde el momento cero, comenzó el camino por el sistema de salud. Visité profesionales en reproducción medicamenté asistida y me tropecé con algún que otro médico transodiante. Me fortalecí y seguí adelante.
Hoy soy papá de dos seres maravillosos, y siendo un papá que da la teta, lo hago en público sólo cuando estoy en un lugar rodeado de personas conocidas o amigables, pero no frente a personas extrañas.
Me sostengo en mi derecho a evitarles en lo posible las violencias de un mundo que todavía no está preparado para varones gestando y dando la teta. Poco a poco se irán acostumbrando a vernos. Lamentablemente la visibilidad y lo público es privilegio de algunas identidades, y otras seguiremos sintiendo que a veces preferimos resguardarnos y elegir qué días y en qué momentos damos la batalla.
Ausentes de las insistentes campañas publicitarias por el Día del Padre, pero también de los imaginarios, la paternidad ejercida por las masculinidades trans o no binarias es una de las formas más invisibilizadas por la sociedad. Y esa ausencia de representación también impacta en la manera en que nos vemos a nosotros mismos. Por eso elegimos contarlo, para que otros varones trans y/o no binaries quizá puedan reflejarse en el deseo, en el sueño y sepan que es posible también conformar sus propias familias porque tenemos derecho a la vida, a dar vida, a acompañar otras vidas y a criar en un mundo sin violencia, libre e igualitario para todas las identidades y expresiones sexo genéricas y afectivas.
Estamos construyendo redes, como la Red de Paternidades Trans, en la que confluimos masculinidades trans y no binarias de distintas provincias; anhelando, compartiendo información, intercambiando experiencias y materializando el deseo, atentos a nuestras necesidades como familias que construyen y sostienen entornos amorosos libres de discriminación y estigmatización.
Esta efeméride nos invita a pensar en lo que aún falta para poder gozar a pleno de nuestra paternidad, como la adecuación de ley de registros civiles que niegan la rectificación de la partida de nacimiento de nuestres hijes, donde aparecen nuestros «nombres muertos», es decir, los que nos asignaron al nacer y que modificamos a partir de la Ley de Identidad de Género.
Por otro lado, los vínculos que creamos con nuestres hijes no siempre son reconocidos legalmente. Nos topamos también con una justicia sin perspectiva de género, que desconoce las familias que conformamos a partir de la ausencia y abandono de un padre cis, que sigue teniendo más derechos que nosotros, y que en cualquier momento pueden reclamar la tenencia.
En este día de las paternidades, exigimos al Estado que garantice un abordaje integral de nuestra salud sexual, reproductiva y no reproductiva, pues nuestras experiencias no pueden quedar acotadas a un inventario de prácticas donde solo se nos piensa en términos de hormonas o cirugías de modificación corporal. Las violencias ginecológicas y obstétricas nos pueden dejar, incluso, al borde de la muerte. Muchos compañeros no llegan al consultorio por la violencia institucional que reciben, desconociendo sus pronombres, sus identidades, sus realidades.
Algunos son o serán padres a partir de abusos correctivos. Forzados a gestar, parir y criar, sin acompañamiento de ningún tipo. Solo el nuestro, como compañeros.
Es fundamental una Educación Sexual Integral que nombre nuestras experiencias, nuestras corporalidades, nuestros deseos. Nuestras familias deben estar representadas en los materiales educativos, se puede detener el hostigamiento y el acoso si naturalizamos que existimos desde que el mundo es mundo. Los silencios pedagógicos también implican violencias y expulsión.
Por último, exigimos la implementación efectiva del cupo laboral trans para cuidar en igualdad. Mas del 90% de nuestra población no tiene trabajo, vivimos en absoluta precarización, de changas, y sosteniendo nuestras familias siendo el único ingreso, sin licencias, sin posibilidad.
Paternar en diversidad es revolucionario, el amor es revolucionario y necesitamos más redes que nos sostengan en el criar. Otro mundo es posible y ya esta acá.
Ojalá le demos todes lugar a esta ternura trava, a este universo lila y este tiempo latinoamericano y transfeminista, que también gestamos y parimos esperando dejar de sentirnos tan solos.
* Todos los papás de los relatos y fotos integran la Red de Paternidades Trans Argentina, que impulsamos con Benjamín Génova en el 2020.
Contacto:
Insta @paternidadestransargentina
Cel. 351 8503238