Mujeres al frente

Mujeres y adicciones: cómo es el camino de la recuperación 

 

Tres integrantes de Narcóticos Anónimos Río Cuarto cuentan cómo superaron las barreras de la estigmatización, la falta de espacios de tratamiento y de contención,  y cómo logran sostenerse libres del consumo de sustancias, gracias al abordaje solidario y colectivo.

Entrevista: Carina Ambrogi

Redacción: Florencia Igarza – Colaboración especial para La Marea Noticias

 

“Hasta que se apague la luz vamos a ser adictas” dice Pamela en una ronda de mates que se armó con tres mujeres limpias de consumo desde hace más de 4 años. Está segura de que esta vez podrá seguir “limpia”. Esa misma seguridad tienen sus otras dos compañeras. Una maestra, otra peluquera, otra comerciante, dos de ellas mamás, una casada, otra soltera, distintas edades, lo que las une es una misma patología: la adicción. Eliana, Valeria y Pamela son tres mujeres que lograron recuperarse tras haberse integrado a Narcóticos Anónimos (NA). Saben que esa recuperación será de toda la vida, pero al menos hoy tiene forma.

Tomando la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una adicción es un trastorno de salud mental y un trastorno del comportamiento caracterizado por la necesidad compulsiva de consumir una sustancia o de realizar una actividad a pesar de los problemas negativos asociados con dicho consumo o actividad.

Narcóticos Anónimos se fundó en 1953 en California, Estados Unidos, con el objetivo de recuperación de la adicción a través de un programa de 12 pasos, incluida la asistencia regular a reuniones de grupo. En 1986 la organización sin fines de lucro desembarcó en Argentina y desde entonces ha ganado terreno en distintas ciudades en todo el país.

Las entrevistadas resaltan que perciben “cierto tabú en cuanto a lo que implica reconocerse como mujer con un problema de adicción dentro de la sociedad, con nuestras familias”. Y Eliana enfatiza este punto con claridad: “Creo que está mucho más legitimado en varones. El hombre en consumo se ve totalmente diferente que la mujer. Es más complicado reconocernos con un problema de adicción”.

 

El primer contacto con NA

Tuvo muchos problemas con las drogas y no podía aceptar o desconocía que tenía un problema real. Pasó por psicólogos, psiquiatras, por internaciones de diferentes periodos, hasta que cuando estuvo internada en uno de los neuropsiquiátricos cerquita de la ciudad de Río Cuarto “apareció una persona”, un miembro de NA que le transmitió el mensaje de que había un lugar que era libre, gratuito y confidencial donde se podía parar de consumir. “Me dijeron que había grupos todos los días que se reunían, que eran adictos que ayudaban a otros adictos, que no había profesionales y me di la posibilidad de ir a conocer como una opción más”, cuenta Eliana, que llegó a los grupos de NA hace 6 años y 4 meses.

“Lo primero que escuché era que yo tenía una enfermedad crónica, progresiva y mortal, y que a los únicos lugares que me llevaba era a hospitales, cárceles, y la muerte. Yo ya había estado en un hospital, entonces, bueno, ahí abrí las antenitas. Tenía que seguir viniendo y empezar a imitar como habían hecho otros para poder parar de consumir. Probé, me fui quedando, fui haciendo las primeras 90 reuniones que se sugieren que se hagan seguidas por una cuestión de ir conociendo cómo es la vida sin consumir. Me fui quedando y así fue como pude parar de consumir”, continúa en su relato.

Una vida consumiendo y pidiendo ayuda

Por su parte, Valeria explica que está en recuperación y hace 4 años y 7 meses que está “limpia”. Anteriormente a eso tuvo una internación en una comunidad terapéutica para adictos, donde estuvo 6 meses internada y gracias a esa comunidad conoció que existía Narcóticos Anónimos. “Tengo 20 años de consumo, a mi primer tratamiento lo hice a los 17 años. O sea, toda la vida busqué ayuda ya sea por la psicología, psiquiatría”, agrega.

Tiene 39 años y paró de consumir a los 34. Respecto a cómo ha sido todo el proceso afirma que “fue un camino muy largo, doloroso. Toda la vida tuve la intención de parar con el consumo pero realmente no lo lograba hasta que llegué a la internación y después pasé a NA”.

Transitar el camino juntas, una de las claves del proceso

Al momento de comenzar a contar su historia, Pamela arranca por sus compañeras. Señala que “gracias a ellas me mantuve limpia” y que “es muy importante la presencia femenina y somos 3 nada más”. En paralelo sostiene que en Río Cuarto “hay un montón de mujeres que están bajo las adicciones y no han entrado a NA”.

“La situación de la mujer en adicción o es coadicta o es adicta también, pero cuando tiene hijos y cuando tiene dependencia de un hombre no va a dejar la adicción. En mis épocas me quedaba cómodo consumir con alguien que era adicto y estaba tranquila”, confiesa.

Su experiencia de vida tiene episodios fuertes que hoy recuerda y trata de resignificar de otro modo con el paso del tiempo: “Aparte de haber sido abusada sin darme cuenta, que podría haberme muerto, estuve con gente muy pesada, gente con vínculo de los cabarets. Y una vez una persona me dijo: ‘Vos no tenés que estar acá porque te van a terminar llevando’. Quiso decir que estaba muy metida en la noche y estaban desapareciendo chicas”.

Responsables de su recuperación

El programa de Narcóticos Anónimos se compone de 12 pasos, 12 conceptos y 12 tradiciones. Además, cada integrante busca “un padrinazgo o madrinazgo” para comenzar con la tarea de recuperación.

“Yo empecé a trabajar con personas de confianza y a hacer lo que hicieron por mí, estar haciendo algo para devolver lo que recibí. Hoy llevo todo este tiempo limpia y en base a eso empezaron a llegar más mujeres, más compañeras”, comenta Eliana.

Sobre el final sintetiza que la adicción le ha afectado en todos los aspectos: físico, mental y espiritual, y que no se ha podido hacer cargo de nada. “Es una enfermedad de aislamiento, siempre buscaba estar sola y consumiendo. Vivía para consumir y consumía para vivir. Desde que me despertaba pensaba cómo iba a hacer para conseguir la sustancia. En NA empecé a hacer ese trabajo con mis defectos, entender que esta enfermedad no era un dilema moral, que no era culpable de mi enfermedad sino responsable de mi recuperación. Voy a hacer todo lo posible para poder insertarme de nuevo en la sociedad, como siento que me merezco como mamá, como mujer”, asegura con convicción.

Por último, Pamela aclara que “esto funciona pero hay que pedir ayuda” e indica que en este momento “hay un montón de mujeres que no saben cómo salir de las drogas”. Seguidamente vuelve a recomendar el espacio de Narcóticos Anónimos: “A mí me dijeron: ‘Te vamos a querer hasta que aprendas a quererte’, y eso no me voy a olvidar nunca”.

 

 

 

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