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Catar 2022: El mundial de los hombres sensibles

Por: Carina Ambrogi

Conozco a Pablo Aimar desde el colegio, él cursaba un año menos que yo en el Manuel Belgrano de Río Cuarto. Tal vez por esa proximidad, he seguido la carrera de este ídolo y sé que este Payo que conmocionó a un país entero con la cara llena de lágrimas, que le salían más fácil que el aire de los pulmones, fue así desde siempre. Pablo Aimar integra junto a varios profesionales más del fútbol argentino, un equipo de “hombres sensibles”. Estos varones dejaron atrás el estereotipo dañino de la competencia del macho violento, que no podía utilizar las más básica de las necesidades antropológicas del cuerpo humano: el llanto y el abrazo.

 

La selección y el cuerpo técnico lloran, se abrazan, se contienen amorosamente. Sí, amorosamente.

 

Lo hacen justamente, en el país que sanciona las expresiones de cariño públicas, tal vez porque cuando llega el cambio que arrastra la marea, no importa el tiempo ni el lugar, tiene que salir. Y estas actitudes comportamentales, estos gestos, son celebrados por las masas, y así lo entiende la prensa. Llama la atención a quienes ponemos el ojo en las cuestiones de género, que ocupan tanto espacio en las coberturas mundialistas las imágenes de las gambetas extraterrestres de Messi, como el ejercicio de una paternidad responsable y contenedora de Scaloni.

 

Creo que el mejor de los ejemplos, fresquito, lo aporta la entrevista que realizó al titular de la selección la periodista deportiva Sofía Martínez para la TV pública,  justo después de pasar a la final. Yo la estaba viendo en vivo, y acostumbrada a que nos apunten con la bala patriarcal, temí que castiguen el atrevimiento de la periodista de dejar llevarse por su instinto en vez de demostrar sapiencia técnica ( siempre debemos rendir final y justificar porque estamos ahí), ella eligió emocionar. Pero no, salvo haters seriales, fue la nota más reposteada, de todas las coberturas. Y el mérito es de entrevistadora y entrevistado, ella en su primer mundial jugando en desventaja porque sus compañeros varones tuvieron permitido asistir desde siempre, se animó al instinto, y él, la máxima figura futbol mundial, le sostuvo la mirada con respeto y se permitió también la emoción.

 

Este cambio violeta del color de la camiseta alternativa, traspasa al equipo, a les periodistas, y la marea inunda también la hinchada. Me da satisfacción poder cantar las canciones mundialistas sin culpa, porque estas no apelan a la cultura de la violación, no prometen golpear a nadie, enaltecen en cambio a los próceres de Malvina, y entonces yo, como miles de personas más que antes ni nos animábamos a cantarlas despacito, podemos gritarlas con la voz que sale desde las tripas hasta la garganta.

 

Hay mucho para cronicar de este cambio y viraje hacia nuevas masculinidades al que asistimos por lucha y por suerte, detalles, sorpresas, pero dejo para cada quien ir sumando a su álbum de un mundo mejor las postales que quiera. Yo ya nos anoté ganadores, porque si algo tiene el deporte más allá de la destreza y el triunfo, son los valores que enseña en paralelo, y de esos ya nos enseñaron un montón. Gracias selección.

 

 

 

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