En el Día Internacional por los Derechos Humanos, conversamos con Tatiana Sfiligoy de la importancia de sostener esta bandera con Memoria, con Verdad y con Justicia
Por: Sasa Testa. Colaboración especial para La Marea Noticias
En tiempos en los que el pensamiento pareciera haberse vuelto tan fugaz como una historia de Instagram. En épocas en las que un like pareciera colocarnos de un lado u otro del mostrador: de un lado, el poder y la hegemonía; del otro, todes les otres (que somos nosotres). En momentos en los que la fugacidad le da pelea a la memoria, se vuelve imperativo hacer el sano ejercicio de recordar.
La palabra “recordar” comienza con un prefijo: “re” cuya acepción es “repetir, volver” y continúa con el afijo “cordar”, que nos remite a cor, cordis que, en latín, significa “corazón”. De modo que recordar es volver a pasar por el corazón. Así, pues, el recuerdo viene asociado al sentimiento.
Recordar no es un simple verboide; es, ante todo, un acto revolucionario. Es ese gesto micropolítico que nos devuelve la imagen de quiénes somos, quiénes fuimos y que nos permite pensar quiénes queremos ser. La memoria de los pueblos nunca es inocente ni, mucho menos, chabacana. Es el gesto más urgente y necesario. Un imperativo que la derecha y los discursos de odio pretenden nockear y borrar de una cachetada. O de un disparo en la cabeza…
El 10 de Diciembre es el Día Internacional por los Derechos Humanos, una fecha que nace en 1950, mediante la Resolución 423 (V) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en conmemoración a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este documento garantiza una serie de libertades y derechos para todas las personas sin distinción de sexo/género, etnia, cultura, etcétera.
Para nuestro país, esta fecha es importante por partida doble: no solo por lo que a nivel global significa el Día Internacional por los Derechos Humanos sino también porque un 10 de Diciembre se produjo el retorno a la vida democrática en nuestro país, después de que la Argentina haya atravesado una de sus épocas más oscuras: la dictadura cívico-militar-eclesiástica.
El año que viene se cumplirán 40 años de la recuperación de la democracia. Y une nunca termina de aprender al respecto. Por eso, se vuelve imperioso apelar a los testimonios que, con su palabra viva, transmiten esa parte de la historia que, muchas veces, se ha querido silenciar en nombre de la complicidad con las derechas más recalcitrantes.
Por eso, hoy hablamos con Tatiana Sfiligoy, primera nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, activista por los Derechos Humanos y psicóloga, que nos abre el corazón y nos devuelve una conciencia política e histórica a la que es imperioso militar hasta el cansancio.
-¿Qué significan los DDHH y por qué se vuelve tan necesario militarlos cotidianamente?
-Tiene que ver con que los Derechos Humanos no surgieron en función de los setenta, acá. Sino que, bueno, acá hay toda una historia de poder abarcar los Derechos Humanos a nivel mundial. Y que, claramente, con las dictaduras y, justamente, la última dictadura fue la que generó mayores estragos en lo que tiene que ver con las violaciones a los Derechos Humanos y las vulneraciones. Y que eso permitió que hoy en día tengamos todavía los juicios de lesa humanidad. Entonces, si bien las dictaduras marcaron un obstáculo importante que tiene que ver con la democracia, es importante que hoy lo sigamos militando porque se siguen vulnerando los derechos a pesar de la experiencia que tuvimos de genocidio. En la última dictadura fue más feroz, más sistemática, más planificada. Y a partir de allí, también, nuestro aprendizaje desde los organismos de poder profundizar en los Derechos Humanos. Nosotros decimos que hay una continuidad entre los Derechos Humanos llamados de lesa humanidad y los Derechos Humanos que hoy seguimos militando: el derecho a la vivienda, a un trabajo digno, a la educación, a la salud. Todos los derechos que son, hoy en día, trabajados también desde diferentes organizaciones sociales y principalmente desde los organismos, porque sin eso no podríamos estar viviendo en el contexto en el que estamos viviendo. Porque muchos de esos derechos aún no se están cumpliendo. No tiene que ver ni con el Estado ni con el gobierno de turno sino a nivel general y no solamente acá, en la Argentina sino a nivel mundial. Y se están vulnerando cada vez con mayor profundidad. Justamente, creo que una de las herramientas que nos dejó parte de este legado que nos dejaron las Madres y las Abuelas y los organismos en general es que la militancia de los Derechos Humanos es diaria, y que hay una continuidad entre lo que pasó en la dictadura, donde hubo genocidios, desaparecidos, torturas, robo de niños, torturas. Y que hoy, recibimos un aprendizaje que es saber detectar cuándo se está vulnerando el derecho, cuándo uno tiene un derecho que está siendo vulnerado y hasta dónde somos capaces de poder ejecutar políticas y herramientas para poder sostener, primero, a la persona que fue vulnerada y considerada víctima de esa violación y darle as herramientas para que pueda salir de ese lugar y pelear por sus derechos. Y creo que ese es un aprendizaje de vida. Y entonces creo que a partir de ahí uno profundiza los Derechos Humanos como un estilo de vida. Es un estilo de vida poder transmitir estas enseñanzas que nos dejaron nuestros padres desaparecidos en función de una realidad que es la que estamos viviendo hoy en día a nivel mundial.
-Latinoamérica es la región más desigual del mundo: ¿cómo puede analizarse esta cuestión en el marco de todas las dictaduras que han atravesado el continente?
-Creo que Latinoamérica, claramente, es una de las regiones en donde mayores violaciones a los Derecho Humanos hubo y hay. Sobre todo, en el marco en donde hubo dictaduras en diferentes épocas. Hasta hace muy poco hubo dictaduras en algunos países de Latinoamérica y sigue estando en jaque la democracia en función de estos sistemas totalitarios. Igualmente, tenemos a África y otras regiones, donde claramente también hay violaciones a los Derechos Humanos. Hay situaciones en las que sabemos, hoy más que nunca, porque tenemos un mundo globalizado, que es muy desigual y que hay vulneraciones a mujeres y a personas que no están dentro de la lógica binaria y ahí también hay cuestiones para revisar en el Oriente.
-¿Cuál considerás que es la importancia de la Memoria en el marco de la oleada de las ultraderechas en el país y en la región?
-Creo que es fundamental tomar conciencia de eso, primero, como un movimiento mundial. Como un viraje hacia la derecha no ya enmarcado en las dictaduras sino en una pseudodemocracia en la que no les hace falta sacar a los militares a la calle porque ya tienen un estamento y una estructura por la cual pueden manejarse de manera similar. Entonces, es bastante preocupante porque a estas derechas ya las veíamos hace unos años en Europa, que venían el neofascismo y demás. Y ahora lo estamos viviendo nosotros en carne propia. Por eso es importante trabajar sobre esto en la actualidad, en las escuelas, a las nuevas generaciones y que es necesario impactar de manera concreta porque si no parece que estamos hablando de algo lejano, de historia, que eso no les toca. Y sin embargo, es algo que nos atraviesa en la política diaria.
-¿Cómo creés que se resignifica este 10 de diciembre, en nuestro país, después del intento de magnicidio y de femicidio contra la Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner?
-Creo que es importante poner blanco sobre negro sobre estas cuestiones de la democracia y la posibilidad también de profundizar en un sistema donde parece que el valor de la vida casi no tiene importancia. Entonces, creo que acá, a diferencia de Estados Unidos, donde existe la pena de muerte hay varios que tienen ganas de incorporar eso dentro de nuestro estatuto de la Constitución y demás. Por eso creo que es fundamental profundizar sobre cuál es el valor de la vida, de la dignidad humana, cuál es la dignidad humana que hace que una persona crea que tenga derecho a matar a otra, como fue el caso de Cristina en donde gracias a…los creyentes dirán “gracias a Dios”, los que no creen en Dios dirán “gracias a algo”, que fue la suerte o no sabemos qué. Pero ella está viva y hoy, más que nunca, eso nos tiene que servir esa experiencia también para ver que hay una parte de la sociedad que está enferma. Porque si hay parte de una población que quiere matar a una Vicepresidenta, estamos en graves problemas. Y eso, nosotros tenemos que poder revertirlo. Y es con educación con militancia, con constancia y eso es lo que tenemos que generar y transmitir a las nuevas generaciones.
-El año que viene se cumplen 40 años del retorno de la democracia: ¿qué significa eso para vos, desde tu propia biografía?
-Como hija de desaparecidos, como nieta encontrada y localizada en el año 1980, en la Argentina, y como militante de Derechos Humanos, creo que es fundamental revisar las políticas que apoyaron las democracias en nuestro país. Pero también, en función de un futuro que se viene. Digo, el año que viene es un año electoral y que además necesitamos tomar conciencia de lo que implica la democracia. Si bien, como dije en las otras preguntas, se estila mucho la pseudodemocracia, pero también es peligros decir que vivimos en una democracia endeble porque si no, tenemos el otro discurso que dice “bueno, volvamos a la dictadura”. Entonces, es un hilo muy finito donde uno tiene que poder poner sobre la mesa que necesitamos que las democracias se profundicen, que el Congreso funcione, que el Senado funcione. Que existan, quizás, otros entes estatales para garantizar que esos resortes de la democracia funcionen de manera mucho más aceitada. Y al mismo tiempo tener el análisis histórico que implica vivir en democracia, que es fundamental. Y cuarenta años es mucho para nosotros. Yo tengo casi 50 años, así que es casi un honor vivir estos cuarenta años del retorno de la democracia, y que las generaciones que vienen, nuestres hijes, puedan seguir viviendo en democracia.
-Si pudieras mandarle un mensaje a las nuevas generaciones: ¿cuál sería?
-Creo yo que lo que tenemos que hacer como militantes, como personas que estamos comprometidas con los derechos es poder darle esa envergadura de lo que significa vivir en democracia. Y a las nuevas generaciones poder transmitirles que no es simplemente una cuestión histórica. La historia incide sobre nuestra realidad, sobre nuestra realidad política y si nosotros no nos comprometemos con esa realidad, va a ser muy difícil que las generaciones que nos sigan puedan tomar ese compromiso. Entonces, tiene que ver con saber dónde uno está parado. Yo siempre digo que me interesa la política porque quiero saber en qué realidad vivo, con qué elementos cuento, qué puedo hacer por mí, por mi familia, por mis amigos, por la comunidad en la que vivo Y si no es tomando conciencia no hay otra manera. Así que creo que este es el legado que tenemos que poder transmitirles a esas nuevas generaciones que vienen, algunas con mucho compromiso, por suerte, y trabajando fuertemente.
Nosotros como sujeto de derecho que, desde lo jurídico se habla mucho y desde lo psicoanalítico uno trata de acuñar, esto de ¿qué es un sujeto derecho? Es un sujeto que toma dimensión de la realidad en la que vive, que hace carne su deseo, que sabe cuál es su objetivo y dónde está parado. Porque si no es muy fácil que te lleven de la nariz de acá para allá. Y en realidad, uno tiene que tener esa reflexión, ese pensamiento propio, esa capacidad de elaborar una posición política y eso se hace desde muy pequeño. Yo lo aprendí desde muy pequeña esto de tener pensamiento propio, gracias a una escuela donde fui y a mis padres adoptivos que me apoyaron también en ese crecimiento desde la verdad. Creo que también, fundamentalmente, el hecho de haber sido la primera nieta encontrada por Abuelas en el año ochenta hace que tenga una envergadura de poder trabajar primero sobre mi propia persona, tomando esa conciencia de lo que implica ser la primera encontrada en la Argentina y después poder ayudar al resto de los nietos y de los hijos que fueron elaborando sus historias y que al mismo tiempo ese legado nosotros lo transmitimos ahora a una sociedad. No nos quedamos reducidos a nosotros, sino que queremos que toda la sociedad tome conciencia, por ejemplo, de lo que implica la búsqueda de los nietos. Creo que hay muchas cosas para hacer. Yo hago muchas cosas y creo que también es fundamental poder enseñar eso. Creo que es la herramienta que tenemos: la enseñanza y con amor. Si no, no se puede aprender.
*Foto Portada: Gentileza Tatiana Sfiligoy