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Venir al Sur: feminismos para sanar

Por Romina Pezzelato y Carina Ambrogi

 

Fuimos y volvimos de “Venir al Sur”, o quizás un poco allá nos quedamos. Es que de semejante abrazo es difícil alejarse, separarse, si bien los abrazos se traen encima. En ese caso, lo más acertado sería decir que retornamos con sensación de abrazo del feminismo latinoamericano, plurinacional y disidente.

 

Venir al Sur es el nombre del encuentro LesbiTransInterfeminista que celebró su cuarta edición el pasado fin de semana en Montevideo. Se trata de un espacio pensado y vivido desde las disidencias sexuales y genéricas. Desde el año 2012 se realiza este encuentro “planteado desde la necesidad de reunirnos por el deseo de construir feminismos críticos, placenteros, amorosos, creativos, libertarios, heterodisidentes, libres de violencias de género, esencialismos y exclusiones, para compartir y crear estrategias que desmonten el sistema binario, heteronormativo y patriarcal, que violenta nuestras vidas y cuerpas en toda la región”, se plantea desde la organización, quienes en su mensaje de bienvenida, expresaron: “Desde el primer encuentro hemos logrado hacer de “Venir al sur” un espacio de experimentación y multiplicación de prácticas feministas SURalternas, en el que fuimos miles de activistas de todos los países de América Latina en cada una de sus tres ediciones”. 

 

Cada año el encuentro suma más asistentes, en esta ocasión fuimos cerca de 500 personas de 10 países, entre ellos, Uruguay, México, Paraguay, Colombia, Costa Rica, Brasil, Chile, El Salvador,m Bolivia, Honduras, Ecuador, Guatemala, Perú, República Dominicana, Cuba, Nicaragua, Argentina, Venezuela, España, Panamá y EEUU.

 

Juntes transitamos tres días de fiesta, miradas, artivismo, encuentros, besos, amores, y rosqueos apasionados y apasionantes, para seguir pensando las resistencias transfeministas de nuestro Abya Yala, siempre tejiendo redes. 

A lo largo de los días compartidos se realizaron 20 talleres a cargo de talleristas de diversos territorios. Espacios que nos encontraron rapeando, bailando, discutiendo, y apoyándonos en los puntos de encuentro. En lo que tenemos para fortalecernos, unirnos y avanzar. Y no se trata de una mirada que niega los conflictos, ya que hubo talleres en los que los conflictos fueron el centro de los debates: cómo los resolvemos, hacia dónde, con qué estrategias politicas, desde el permanente eje del cuidado feminista. El intercambio permitió conocer cuán distintas son las resistencias en cada región, y quienes se encuentran en situaciones sumamente vulneradas respecto del acceso a derechos, pudieron ver como faro las conquistas de otros territorios. 

 

El cuidado

Un eje político estratégico que viene sonando fuerte en todas las agendas es el cuidado. El pasado octubre también fue un concepto que atravesó fuertemente al 35° Encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, intersexuales y no binaries, celebrado en Argentina.

Cuidarnos con suma seriedad, con amor, mirándonos y habitando los espacios con amorosidad, pidiéndonos disculpas, pensando cada espacio junto a les compañeres discas, incluyendo a las niñeces, siendo cobijo como tribu frente a cualquier eventualidad que alguien atraviese… La profundidad política de la palabra cuidado fue tangible, se materializó en todas las instancias propuestas en Venir al sur. 

En las conclusiones finales, la comisión de arte y placer socializó: “Hace diez años se inició Venir al Sur como un lugar artivista de gozo y placer. Construimos feminismos con F de feliz, y reivindicamos el placer en la lucha. Venir al Sur es un lugar para sanar una herida, la de la exclusión por nuestras vivencias identitarias y de orientación sexual, pero las heridas no son lugares para permanecer. Son para sanar”

En tanto el repaso por las conclusiones finales, implicó nombrar los diferentes temas que hoy son parte de nuestras agendas y que nos siguen interpelando, marcando el rumbo: alimentación; soberanía alimentaria; reconocer otras formas de expresarnos reconociendo las brechas existentes en relación a las personas con discapacidad; trabajar desde la academia y el activismo; incidir en todos lo ámbitos en clave de diversidad; construcción de conocimiento desde las epistemologías de la diversidad; la sexualidad de las personas trans como parte de la agenda feminista; la necesidad de generar nuestros propios datos estadísticos y archivos históricos; visibilizar las historias intersex; incluir la migración; la agenda política bisexual; reivindicar la mostruosidad como posible; reconocer, cuidar y reivindicar nuestras corporalidades. La Comisión de discapacidad dejó en claro que la accesibilidad no es una responsabilidad de las personas que están en esa situación, sino de toda la sociedad, y pidieron no sólo “construir rampas, sino comprender lo que implica que exista o no el acceso”.

Queremos cambiarlo todo. Cuando decimos se va a caer, lo hacemos con convicción, pues estamos en una disputa que no es en absoluto solitaria. Es la apuesta colectiva por un feminismo que fortalezca alianzas con todos los movimientos, marrón, reconociendo nuestra identidad afrodescendiente, antiracista, ancestral; junto a las niñeces trans; con el arte como soporte para visibilizar nuestras luchas, y, entre otras cosas, el fútbol como herramienta política porque, en tanta clave mundialista, lxs feministas “nos paramos en la cancha como en la vida”. 

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