Opinión. Por Romina Pezzelato. Redacción La Marea
Haciendo zapping me topo con Lanata haciendo un programa sobre experiencias trans*.
Él.
El asco. Ha pedido disculpas públicamente a Flor de la V (según me entero) por agraviarla. Muy poco me hace falta, para suponer las expresiones de odio por las que debió disculparse (juicio de por medio).
Se arrepintió, pidió disculpas y presentó hoy un documental, en el que cada una de sus palabras y sus modos de preguntar, dieron cuenta de lo lejos que sigue estando.
Basó todas sus preguntas en su morbo. Indagó todo el tiempo sobre el cuerpo, sobre lo que «hay que cambiar» y el cómo se hace… El se permitió hacer el tipo de preguntas que este sistema cis heteropatriarcal hace impunemente. Puede hacerlo. Es uno de sus voceros.
En ningún momento pudo disociar la identidad de genero de la biología. Todas sus inquietudes (sus chatas inquietudes) estaban basadas en los genitales de casa persona entrevistada.
Con certeza, el nombrar el tema en un canal de circulación masiva, nombrar allí, y escuchar a las niñeces y adolescencias trans*, es acaso una conquista.
Sobre el final, un varón trans relató su experiencia como papá gestante, y cerró mencionando la necesidad de visibilizar relatos que muestren historias de amor, de posibilidad.
A Lanata se le fue del panóptico la oportunidad de ir más allá de lo que ve y de lo que su morbo necesita entender.
Es que no necesitamos entender.
No tenemos por qué…
Tenemos que abrazar, amar, preguntar, habilitar, y dejar de tener miedo a quien nos muestra caminos trazados en zonas que creíamos imposibles.
Nuevamente nos deseo mucho a todes (quienes somos cis) estar cerca, amar y dejarnos desarmar por quiénes habitan ese «otro lado». Y que en ese desarme nos florezca la más potente humanidad. Es parte de mis esperanzas para el futuro de mis hijes…
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