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Villa Dolores. La muerte de Celene en un pueblo que nunca dejó de señalar

En el día de ayer Traslasierra cerró la jornada con una noticia que aún sacude a toda la región. Celene Colantonio (31) fue encontrada muerta por su padrastro, en su domicilio de Mina Clavero. Las causas de la muerte se desconocen hasta el momento y las comunicaciones oficiales indican “etiología dudosa”, no se sabe. No sabemos.

 

Celene era una mujer trans y fue conocida en la región por ser acompañada por su mamá y su papá para solicitar una cirugía de modificación corporal a los 14 años. Fue la primera solicitud en el mundo por parte de una menor acompañada por su familia. A los 17 años el pedido tuvo lugar, pero no la aceptación de una sociedad que permanentemente la señaló a ella y a quienes supieron escucharla.

 

Se fueron a España y allí residieron por más de diez años. En el 2021, Celene regresó al Valle, a habitarlo con orgullo y celebrando un cambio en la sociedad que reconoció públicamente en varias ocasiones.

 

Sin embargo, poco sabemos quienes no hemos vivido de cerca las miradas y las sentencias. Hoy sólo sabemos de su ausencia y acompañamos en el dolor a su familia.

 

Compartimos las reflexiones de nuestro compañero Santiago Merlo, activista y familiar de Celene y nos sumamos a la exigencia hacia los medios masivos del cese de la violencia simbólica. Desde ayer se vulnera la identidad de Celene en numerosos portales de noticias que sólo ponen el acento en su identidad desde un enfoque absolutamente patologizante. Las personas trans no están enfermas. Enfermo de violencia está este mundo que nos deja huecos y heridas irreparables, como la ausencia de Celene.

 

Dolor inmenso por tu partida Celene (“Nati”)

Por Santiago Merlo

 

Me cuesta encontrar las palabras adecuadas, cuando el dolor y la bronca me invaden ante tu sorpresiva, absurda, injusta muerte en la Traslasierra que tanto amabas y de la cual tuviste que irte, exiliarte, para ser feliz hace tantos años.

 

Entonces, dejaste tus calles, tu plaza, tu escuela, tu gente, tus sueños; gambeteando las miradas y los prejuicios con que la mayoría te juzgaba, vicio regional reforzado por los medios de comunicación que nunca, jamás, te respetaron ni te cuidaron. Ni aún hoy, cerrando los ojos a la eternidad, se le hace justicia a tu identidad, a tu lucha, a tu ser precioso, a tu sonrisa inmensa, a la dimensión de todo lo que eras y seguirás siendo. Al contrario, mercaderes del morbo, te siguen discriminando, patologizando, vulnerando; reflotando notas caducadas, violentas y violatorias de tu memoria y de todas las personas trans, aunque la Ley de Identidad de Género nos haya declarado, en el 2012, por fin sujetos/as de derecho. No bastó ni basta.

 

Lo intentaste todo para estar mejor, buscaste otros horizontes para ser plenamente vos. Y en ese derrotero, querida Celene, también dejaste un camino abierto que, con el tiempo, solo con el tiempo, quizá resignifiquemos y agradezcamos.

 

Si estamos de pie, fue porque vos te paraste primero y gritaste, al pie de las sierras comechingonas.

 

Te tocó encender el fuego, tenías la chispa y la valentía para hacerlo. Otres nos fuimos, huimos antes de que las piedras nos lapidaran en el pueblo chico, infierno grande. Yo no tuve coraje de quedarme, me fui a otro país, a miles de kilómetros, a salvo.

 

Recuerdo cuando nos contábamos la vida, con diferencia de dos horas, vos en Dolores y yo en México, chat y mensajes de texto. Sonriendo decíamos que éramos las ovejas negras de la familia. La sangre nos abrazaba en nuestros padres primos, nuestros abuelos hermanos (Colantonio), y la particularidad de vivencias parecidas. Eras tan pequeña y gigante a la vez… y así te recordaré siempre, extendiendo tus alas y decidida, confiando en que todo estar mejor.

 

No entiendo por qué a algunas personas se les entrega o les toca en destino una carrera de obstáculos y desafíos tan grandes, que ponen en jaque su propia vida y a veces la de los suyos.

 

¡Qué costosa es la libertad! nombrarse, atreverse, abrirse el pecho para que vuelen mariposas, gritarle al mundo la verdad, la esencia con que se esculpe la vital identidad.

 

Nos reencontramos hace poquito en el Consultorio Inclusivo de Mina Clavero, después de tanto tiempo. Nos abrazamos y sostuvimos, se nos llenaron los ojos de alegría de sabernos en el mismo camino, ausentes del pago y regresando. Nos contamos como nos había ido. Intercambiamos números.

 

Me cuesta pensar que si te mando la foto que nos sacamos, no vas a contestar. Por eso no te escribo, el miedo me gana otra vez.

 

Es imposible describir, transmitir lo que se siente, cuando sostenes la mirada con otra persona trans tan cercana y el alma se estruja porque no tenes que explicar nada, porque lo compartís todo. Porque por un minuto sos uno solo. Y se agolpan las nostalgias, los dolores, las ausencias, las huidas y los retornos, la necesidad de intentarlo, el deseo de que algo haya cambiado. Y estén de testigos los ríos, las sierras, el cielo, las chicharras, la chuncanía y su ocaso…

 

La mayoría te recordará como “el caso Natalia”, la primera adolescente trans del mundo, menor de edad, que peleó todas las batallas hasta lograr el acceso a tratamientos y cirugías de modificación corporal cuando aún faltaban varios años para la sanción de la Ley de Identidad de Género en nuestro país. La que logró sentar precedentes jurídicos, sociales y culturales, a la vez que plasmaba en su lienzo la mujer que siempre fue.

 

“Nati” para los medios, los mismos medios que usaban este seudónimo para “protegerte”, mientras, como hienas, de manera hipócrita, socavaban tu integridad en cada párrafo, en cada opinión, en cada abordaje que lucían “correcto” … con puntos y comas que denotaban desprecio.

 

Villa Dolores sufre una terrible perdida y aun no lo sabe porque no dimensiona tu impronta histórica. Traslasierra se queda sin tu presencia física, sin el primer bastión en la lucha por la identidad, por los derechos humanos, a todo o nada, por la vida… hoy ya sos estela, sos bandera, sos ruta hacia adelante y dirección para quienes continuamos aquí.

 

De tus manos artesanas, se desmadeja la trama, se eleva tu alma trava hacia el infinito.

 

Descansa en paz Celene Gabriela Colantonio, ¡vuela alto mariposa de las sierras!

 

Fue Transfemicidio, decimos desde los activismos transfeministas cuando las violencias estructurales marginan, vulneran, excluyen de todas posibilidades simbólicas y materiales, a quienes nos salimos de la norma. Las personas trans no padecen su identidad, los padecimientos provienen de los señalamientos, de la mirada que se burla, que no valida y que se perpetúa.

 

Perdón Celene, perdón y gracias.

 

 

 

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