Diversidad

¿Dónde estás, Tehuel?

Desde que desapareciste hace un año, tu mirada y tu sonrisa nos increpan, nos movilizan, nos incomodan… mientras se hacen eternas.

Por Santiago Merlo – La Marea Noticias

 

En este tiempo, me pregunto cuánto habrá cambiado en las personas comunes el conocimiento que tenían o tienen de qué es ser un pibe trans, si es que cambió.

 

La justicia y esa perspectiva de género urgente que reclamamos, ¿llega a leer, a dimensionar cuál es el entorno o los contextos en que vive o que frecuenta un pibe trans? ¿Cuáles son las características de nuestra población? ¿Cuáles son nuestras redes afectivas, nuestros puntos de fuga, nuestros lugares de resguardo del dolor, la tristeza, la ausencia?…

 

¿A dónde vamos en los momentos de duda o soledad, mientras construimos nuestra identidad, a quien acudimos cuando nos causan daño, nos amenazan, nos humillan, nos lastiman el corazón?

 

¿Cómo somos en casa, en la escuela, en el barrio, en un club? ¿Cómo nos tienen asentados en el centro de salud? ¿Qué espacio hacemos propio en el pueblo o la ciudad, según nuestros intereses, nuestra edad? ¿Qué oportunidades creamos, que estrategias nos damos cuando nos expulsa la sociedad…? la sociedad que puede ser tu familia de sangre, un compañero de escuela, un vecino, un policía, un desconocido que se ensañe con tu integridad, con tu expresión, con lo que es tan valioso para vos, como tu propia existencia, tu propio dolor.

 

Necesitamos saber que hicieron con vos, Tehuel. Por qué esos chacales no declaran, no hablan, qué ocultan, a quienes encubren, por qué creen que su vida vale más para arrebatar otra.

 

No solo le quitaron de un zarpazo un pibe a una familia que lo espera todos los días, que está muerta en vida exigiendo justicia, deseando que suceda algo, sino un hijo a cada familia que acompaña abierta y orgullosamente a un nene o a un adolescente trans porque sienten el horror al imaginarlo y sentirlo propio.

 

Con qué cara le decimos a esas familias que se queden tranquilas, que en este país tenemos leyes únicas que son referencia internacional en materia de género y diversidad, si no podemos garantizarles que su hijo volverá sano y salvo a casa…

 

No hay manera de sostener la mirada ni la esperanza si en plena democracia nos desaparecen a un pibe que sintetiza mil. Y que, como otra burla y nueva violencia del sistema, se empeñaron en buscar como si fuera una chica en los momentos cruciales, inmediatamente se supo que había desaparecido. Insistíamos con su nombre “Tehuel” y a los medios de comunicación les importó más su circo y su morbo preguntando estupideces, tergiversando información, desorientando…. mientras se nos perdía el rastro de alguien que nos estaba llamando a los gritos…

 

Yo no puedo sacarme de la cabeza la idea, la complicidad de todos, también nuestra, de asistir sin reacción a esta película de terror.

 

Ni las fuerzas de seguridad, menos ellas, estuvieron para vos ni para Santiago Cancinos ni para tantos pibes trans que continúan desaparecidos, buscados con sus nombres muertos.

 

La maldita justicia heterocis patriarcal machista que miró con ojos de forastero desde el primer momento, muestra entusiasta una recompensa millonaria que no reparará jamás tanto vacío, tanto silencio, tanto olvido.

 

Vos no estás y mientras esta realidad continúe, todos estamos en peligro.

 

Tengo dolor, rabia, tengo sed de una Argentina donde se pueda vivir sin el peligro constante de estar vivos… de sabernos con el tiempo prestado, siempre acechados por homicidas que nos odian porque somos libres y eso es lo que vienen a arrebatarnos.

 

Abusándonos, violándonos, desapareciéndonos creen que van a corregir el rumbo de un destino que nunca estuvo prefijado porque nos empeñamos en cambiarlo desde que nos asignaron un género que nunca sentimos nuestro.

 

Romper y abortar toda expectativa, en este país te cuesta la vida.

 

Tehuel no solo es tu nombre cuando lo decimos, Tehuel es la deuda con todo nuestro colectivo invisibilizado, vulnerado, patologizado, estigmatizado, criminalizado, hecho trizas y llorando.

 

Tehuel es una marca en la frente de esta sociedad pacata, cerrada, aleccionadora, correctiva, hipócrita, narcotizada y nauseabunda que a casi 10 años de la ley de identidad de género no pudo cuidarte, abrazarte ni sostenerte, y a la cual pareciera no importarle encontrarte.

 

 

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