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“Los tribunales me arruinaron la vida”: Maxim, privada de la dignidad

Desde hace dos días no se habla de otro tema en Traslasierra. Sucede que encarcelaron a Maxim. Ella tiene 29 años, es trans y tiene antecedentes por defenderse de la violencia patriarcal desde siempre, desde que supo que acá hay que poner el cuerpo de muchos modos para hacerse lugar en la hostilidad del oeste cordobés. Diversas organizaciones de la provincia exigen respuestas y el respeto a su identidad. Habla con La Marea desde la cárcel. 

Por Romina Pezzelato

 

El fin de semana Maxim vivió un episodio de violencia con un agresor que la amenazó con un cuchillo. Ella fue a hacer la denuncia correspondiente y quedó detenida en la cárcel de Villa Dolores porque él también la había denunciado. Desde ese mismo instante la justicia tomó partido, obviamente en detrimento de la “infractora de todas las normas”, y le tomó la denuncia al varón en cuestión.

Pero las violencias hacia ella no se iniciaron este fin de semana. Hace ocho años que espera el juicio contra otro agresor, que dejó secuelas irreversibles en su salud tras recibir un golpe en la cabeza, que actualmente le implica medicación.

Acompañada por la Casa Diversa y la Mesa de Derechos Humanos de Traslasierra, venía avanzando en acceder a su derecho a la justicia: “Yo había dicho que me iba a instalar a dormir afuera de tribunales, me iba a llevar un bolso y a quedarme ahí hasta que me oyeran”, cuenta en diálogo con La Marea.

Entramos en comunicación con ella a través de su pareja que se encuentra en plena angustia. Sin saber nada de su compañera con quien además paran la olla en equipo.

Irina Romera, de Casa Diversa, está cerca hace ya un tiempo de Maxim. Hoy la acompaña en la exigencia de justicia, pero son vecinas desde chicas en Villa Sarmiento, al ladito de Villa Dolores.

“Ella es una vecina de Villa Sarmiento, mi vecina del barrio. Ella siempre, toda la vida ha sido una mujer. Recuerdo cuando tenía seis u ocho años y la molestaban por su identidad. Ella ya se defendía en ese momento al igual que lo hace ahora. Porque este domingo ella se defendió de agresiones por su identidad. Cuando la detienen ella estaba en la comisaría intentando denunciar a su agresor, pero la policía hace tiempo no le quiere tomar denuncias. Cuando tenía 20 años ella denunció a una persona que ingresó a su casa y la golpeó fuerte en la cabeza. Ocho años después y con graves secuelas físicas por ese golpe, recién está por salir el juicio. Pero sólo porque ella fue a tribunales y se les plantó”, expresa la activista a este medio.

A partir del comunicado emitido por la organización local Casa Diversa, la resonancia se amplió y llegaron adhesiones desde diferentes puntos de la provincia para demostrar que Maxim no está sola. Que estamos aquí, alertas y en guardia en relación a lo que suceda con ella.

Al día de la fecha ella se encuentra detenida de manera aislada (de acuerdo a los protocolos de COVID 19) pero según ella misma nos indicó, el lunes debe ingresar al pabellón.

Desde que la causa tomó resonancia uno de los aspectos que se visibilizó es el no respeto a la identidad de género de Maxim. De hecho, la fiscal a cargo Lucrecia Zambrana expresó a Radio Juntos (de Villa Dolores), que la detenida se autopercibe mujer pero que no tiene hecho el cambio registral. Lo cual no cambia en nada el marco de derechos que la ley postula y exige en todos los ámbitos institucionales.

Que la fiscal haga referencia a la identidad de género de Maxim tiene que ver (sin dudas) con la presencia de las organizaciones en tribunales leyendo el tan repetido artículo 12 de la Ley de Identidad de Género, en donde se expresa que la identidad autopercibida de las personas debe ser respetada con su sola mención, más allá de tener hecho el cambio registral o no.

Zambrana expresó en el medio local que en el día de ayer se le realizaría una entrevista para indagar su voluntad. Cabe destacar que en Villa Dolores el pabellón de mujeres (al que ella debería ir) tiene un mes de antigüedad y la capacidad de alojar a ocho personas. Según trascendidos no habría lugar disponible por lo que, para ir a un pabellón de mujeres, deberían trasladarla a la cárcel de Bower en Córdoba.

Maxim se quiebra en varios momentos de la charla telefónica, no soporta más: “Yo no puedo ir a Bower, tengo a mi familia acá. Yo me siento bien porque soy inocente de lo que se me acusa. Sé que los medios dijeron cualquier cosa. Quien me atacó es el marido de una amiga… yo tengo mala fama, pero tengo un comedor para lxs niñxs en mi casa… Les hice una fiestita, armo funciones de cine y la gente me ayuda. Hay que estar en mi lugar. Yo he pasado por millones de cosas que no tendría que haber pasado. Por culpa de la justicia en relación a mi identidad. Porque yo no quise ser así. Dios me mandó así y tengo que aguantármelas como soy. Rasque por donde me rasque, es lo que yo siento”.

La conversación se extendió a lo largo de quince minutos en los que ella no se detuvo, quiere que su palabra sea la que resuene y no las versiones de la policía: “Me enamoré de un hombre, él corta el pasto. Yo vendo comida, cuido ancianxs, limpio casas, jamás nadie puede decir que he robado. Dicen que yo peleo, pero es que a mí no me gusta que la gente me diga que soy puto, gente que no acepta lo que yo soy. A mí me molesta porque la gente no me discrimina tanto, pero sí la justicia y la policía. Me han pegado, me han maltratado, me han violado”, expresa.

Maxim dice que esto no es más que otra caída de la que se repondrá: “Yo creo que tengo que tener voluntad porque esto es un tropezón. Debo luchar por mis derechos, luchar por lo que yo quiero. Yo terminé mis estudios, la escuela y quiero ser abogada, ojalá algún día se me dé. Eso es todo lo que yo quiero, me quiero casar con mi marido…”

Sin embargo, en este mundo ser una mujer trans es una decisión con un costo altísimo. Más si se es pobre. Más si la policía te tiene “marcada”.

 

Harta de la justicia, cerquita de Dios

“Estoy harta de que la justicia se burle de mí. Hace ocho años espero un juicio por el que nunca me han llamado. Salí adelante gracias al apoyo de mi familia y de la gente, (se quiebra) me considero una persona fuerte y sé que Dios me ama. Me ama tal cual yo soy y nadie me puede juzgar”. Y continúa: “Mi error no fue tan grave, fue por defenderme. Pero este tipo no es la primera vez que me agrede, yo iba a la casa de mi amiga cuando él no estaba. Ese día iba a la casa de mi prima a buscar una estampita y a saludarla, y esto pasó a la vuelta de la policía. Este hombre me atacó con el auto también, me quiso atropellar. Lo insulté porque estaba con bronca, porque atentó contra mi vida”

A Maxim los tribunales le han destrozado la vida. Así le marcaron el cuerpo y la historia desde que tenía diez años: “Yo tenía diez años cuando me violaron en una residencia donde el psicólogo no era psicólogo y la jueza sabía todo lo que pasaba. Taparon todo y yo quedé traumada. En un instituto de Córdoba me golpearon y los guardias abusaban de lxs menores internadxs en el supuesto correccional. En pleno invierno nos bañaban con agua helada. ¿Cómo no voy a estar enojada con la justicia, con todo lo que me han hecho?!”.

En el día de ayer tomó el caso el Abogado Germán Romero Marcon con quien Maxim sólo tiene agradecimiento: “Yo soy pobre y no tengo para pagarle a un abogado (llora) y en los abogados de tribunales no confío porque cómo voy a confiar después de todas las cosas que me han hecho. Ellos me arruinaron la vida”, reafirma.

Ella firmó ayer el consentimiento para quedar detenida desde el lunes en el pabellón de varones. En parte, su tranquilidad se vincula con el conocer a algunos de los detenidos y contar con su protección. “El lunes me llevan al pabellón de varones porque si no me llevan a Córdoba. ¿Qué voy a hacer yo en Córdoba? Acá por lo menos los chicos son humildes, yo estuve en institutos en Córdoba y siento que allá corre riesgo mi vida. Acá los chicos me dieron comida, colchones, conozco guardias que son de Dolores y me respetan”.

Al preguntarle sobre los pasos a seguir a partir de la presencia de Romero Marcón como su abogado defensor expresa: “El me va a ayudar, me va a defender. Todo depende de los tribunales, lo que vayan a hacer conmigo. Hay personas que han violado y los tribunales los dejan sueltos, y yo que estoy por calumnias que no son como las han dicho los medios, estoy presa. Mi marido está muy mal, mi familia también. Falleció mi abuelo el viernes y el fin de semana me pasa esto, que no tengo por qué pasar. Yo no soy una persona que no está apta para la sociedad”, nos sigue diciendo a todes.

Respecto a la difusión de la entrevista es terminante, quiere que se escuche su palabra: “Es importante exponer cómo me siento yo. Mi miedo es ir a Córdoba porque allá me puede pasar cualquier cosa. Yo tengo una familia que no tiene tanto dinero (se quiebra nuevamente) para ir a llevarme cosas y a visitarme. Yo prefiero estar acá y voy a estar bien. Quiero que se haga justicia por todo lo que me han hecho. Así como me metieron presa que den respuesta por el juicio que tengo pendiente”.

Ella sabe que su situación no es más que el eco de lo que se vive en la región por ser trans y pobre, sin embargo, hoy rescata que no se siente sola y continúa exigiendo: “Yo creo que la policía tiene que tener una capacitación para saber cómo tratar a las personas de diversa identidad de género. Nosotras no quisimos ser así. Somos así y son cosas de la vida que hay que entender”.

Maxim le pide entendimiento a la policía, nos pide escucha a todes, llora de hartazgo, de tanto cuerpo dolido.

No está sola, pero esta noche estará duermiendo en el EP8 (Establecimiento Penitenciario n° 8 de Villa Dolores) y no sabemos cómo ni con quiénes.

Aquí estaremos, desde temprano esperando y esperándola junto a su dios, junto a ese que la ama tal cual es y que le da la dignidad que la justicia le sigue negando.

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