La intendenta de la localidad cordobesa de Del Campillo denunció a un camionero que la agredió verbalmente. El juez de familia Claudio Masuki determinó que el hombre incurrió en violencia simbólica, por lo que deberá realizar un curso de violencia de género. según estudios realizados en la materia, este tipo de violencia es el más recurrente en el ámbito de la política y se reproduce en redes sociales y medios de comunicación.
Por: Carina Ambrogi y Romina Pezzelato
La localidad cordobesa de Del Campillo tiene alrededor de 5.500 habitantes, es la ciudad más austral de la provincia y está dirigida por una intendenta mujer: Ana Zanotto. Para regular la circulación y permanencia del tránsito pesado en la localidad se establecieron una serie de medidas que fueron aceptadas por el 90% de los camioneros. Las nuevas disposiciones establecen calles por las que deben circular, y la prohibición de estacionarse en la vía pública, deben hacerlo en una playa de estacionamiento gratuita dispuesto para tal fin.
Ante la reticencia de unos pocos, la intendenta decidió comunicarse de manera telefónica con quienes faltaba convencer. “Cuando llamó esta persona comenzó a insultarla, amenazarla y menospreciarla en su calidad de mujer, con argumentos como que no estaba la altura del cargo”, señaló Luis Sánchez, abogado defensor de Zanotto en la causa que se inició tras la denuncia del episodio.
El Juzgado de violencia familiar de los tribunales de Huinca Renancó, Claudio Masuki., dictaminó que la conducta del camionero se enmarca como violencia simbólica, según el artículo 5 inciso 5 de la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia de género contra las mujeres.
La violencia más habitual
Los insultos y agravios contra esta intendenta no son la excepción en el ámbito de la política. Según determinó un estudio realizado por el Observatorio Julieta Lantieri durante el año 2018, la violencia simbólica es el tipo de violencia que se presenta con mayor intensidad hacia las mujeres y diversidades. Se presentaba de manera transversal, sin importar de qué lado del amplio espectro de identidades políticas se ubiquen lxs damnificadxs.
“Definimos a la violencia simbólica como aquella que implica la reproducción de relaciones de dominación, discriminación y desigualdades de género a través de patrones estereotipados, como imágenes, discursos, o iconos que afectan a las mujeres y diversidades como colectivo”, explicó en diálogo con La Marea Noticias Agustina Grandin, integrante del equipo que realizó la investigación. “Como la tarea política implica un alto nivel de exposición pública, está atravesada por lo simbólico, por los estereotipos de género de género, mandatos y roles”, agregó.
El ámbito de las redes sociales aparece como un nuevo espacio público, a donde la expresión de las opiniones se encuentra con la dilución de la responsabilidad sobre la palabra. La investigación citada a mujeres y diversidades vinculadas al ámbito de la política en todo el territorio nacional, reflejó que el 88% de lxs consultadxs fueron víctimas directa o indirectamente de bromas sobre el hecho de ser mujeres a modo de chiste o ridiculización. En el 60% de los casos esa violencia se materializó en las redes sociales y los medios de comunicación representaron un 50%.
Ana Casal, especialista en Comunicación con sensibilidad de género y capacitadora, señaló al respecto que: “es muy importante desbaratar la violencia simbólica para que las otras violencias no tengan lugar, porque lo que se repite en los medios es lo que va a pasar a conformar el sentido común automático que hace que se justifique de alguna manera la violencia”.
Vivirlo en carne propia
Daniela Andino, Jefa Comunal por el Frente de Todos de la Comuna Kilómetro 658, al norte de la provincia de Córdoba, dijo en diálogo con este medio: “si bien hoy en materia de derechos las mujeres hemos avanzado mucho en la política, nos queda un gran camino por recorrer. La violencia simbólica en la política es muy marcada, aunque ocupemos lugares importantes. Nos ha costado llegar. Somos una generación de mujeres que se abrió paso en la política a los codazos”.
Ella es la pareja del anterior jefe comunal de la localidad, lo que le implica el permanente señalamiento, el oír sutil o explícitamente que “su marido la puso ahí”. Si bien expresa que es algo de lo que hoy se ríe, reconoce en ese estigma la violencia simbólica ejercida hacia su persona, la deslegitimación de sus capacidades en tanto funcionaria pública: “A tal punto se deslegitima mi rol que, a dos años del cambio de gestión, los distintos referentes o las cooperativas de servicios de la localidad, cuando tienen un proyecto lo llaman primero a él que a mí”, agrega Andino.
Para la Jefa comunal en localidades tan pequeñas como Kilómetro 658, de 700 habitantes, se marca muchísimo más la violencia de género en general: “Tenemos muchísimo por deconstruir. Yo trabajo mucho desde la gestión para que se vea el cambio, porque hay todo tipo de violencias en mi comunidad y están naturalizadas”, indicó.
Ana Casal señaló en el mismo orden que en el plano de las representaciones de la violencia simbólica en los medios de comunicación en localidades pequeñas lo que sucede es que quienes la ejercen suelen gozar de mayor impunidad que si se trata de medios más grandes o con mayor alcance. “Todos los medios independientemente de su tamaño siguen hoy ejerciendo violencia mediática. Lo que sucede es que en las localidades grandes o en los medios de circulación nacional, cuando se ejerce violencia mediática son muchas las voces que salen a señalar una determinada práctica. En Las ciudades chicas son pocas las voces que van a salir a señalarlos, entonces para los medios es mucho más fácil seguir aleccionando. En las localidades más pequeñas es mucho más difícil de romper el pacto patriarcal ya instalado”, explicó.
Prueba de esto puede dar Gloria Pereyra, primera intendenta mujer de Villa Dolores, la localidad más importante del oeste cordobés. Representa la fuerza “Todos somos Villa Dolores” y está en funciones (ejerciendo su segundo mandato) desde el año 2015. Según la jefa del ejecutivo municipal, hablar de violencia de género “nunca es fácil”.
Para Pereyra “mucho de lo transitado tiene que ver con romper un silencio de años (…) se requiere de valor y también de un proceso interior de reconocimiento desde el lugar ocupado y lo que interna y externamente se sufre por ser mujer a cargo de un municipio”.
En diálogo con La Marea afirmó: “Reconozco que ésta es una de las pocas veces que se me interpeló y se me hizo alguna pregunta de mi lugar como mujer y como figura política. Ocurrieron muchos cambios en mi vida personal. Algunos de esos cambios me provocaron mucho dolor. Nada será como antes”.
Para la Intendenta de Villa Dolores “la política es un lugar muy masculino, muy poco nuestro digamos. Pero también despierta permanentemente un sentido de urgencia y alerta que personalmente me pone en la tarea de cuidarme e intentar que algo se modifique. ¿Yo tengo miedo? Sí, tengo. Pero también pienso que, si bien hemos perdido mucho, también venimos hace muchos años avanzando, no en sentido de rivalidades, sino pensando en la igualdad de condiciones”.
Gloria Pereyra Identifica y reconoce en la violencia contra las mujeres en política, una violación a los derechos humanos: “Reconocerla para poder abordarla es el primer paso para eliminarla y desde mi gestión hacemos múltiples acciones para intentar que suceda como por ejemplo hoy trabajar con la Ley Micaela”, agrega.
Capacitar y desnaturalizar
Durante la campaña a la presidencia que se disputó en Argentina en 2019 el Equipo Latinoamericano de Justicia y Genero, el Observatorio Electoral de la COPAL, junto con el Observatorio Julieta Lantieri, realizaron un monitoreo sobre violencia machista en la política hacia candidatas durante el proceso electoral. Según manifestó la investigadora Agustina Grandin, de los dos informes elaborados surge la necesidad de trabajar en la sensibilización y visibilización respecto de la violencia machista en todos los ámbitos en que se reproduce. “Es necesario poder desnaturalizar a la violencia como la forma de relación entre los diferentes géneros al interior de la política, poder desarmar las formas de participación en política en nuestro país, y poder trabajar con redes y medios en la desnaturalización de estos tipos de violencia mediante la discusión pública apuntando a una forma feminista y no violenta de hacer política, concluyó Grandin.
Por su parte Ana Casal dijo que es imprescindible trabajar con los equipos que integran los medios de comunicación, pero también a nivel comunitario, porque es necesario que la comunidad esté alerta da sobre cuáles son los tipos de violencia que se ejercen desde los medios de comunicación.