Actualidad Destacados Portada Violencias

Marisa Herrera: «Los feminismos son clave para desandar la estructura de privilegio del Poder Judicial

Así lo afirmó Marisa Herrera, doctora en Derecho e investigadora del Conicet tras ser consultada por la consigna del #8M2021 que propone una reforma judicial «feminista». ¿En qué consiste? 

 

Por Josefina Figueroa para Agencia Paco Urondo

Fotos: Noelia Guevara

 

Marisa Herrera es doctora en Derecho, investigadora del Conicet e integra el equipo de redacción del Código Civil y Comercial de la Nación. Especialista en derecho de Familia y con una marcada perspectiva de género, participó en debates y la construcción de leyes que ampliaron derechos en la argentina de los últimos años. En el marco del #8M, analizó la consigna que propone una reforma judicial «feminista».

 

 

 

J.F.: ¿Necesitamos una reforma judicial para tener una justicia feminista?

Marisa Herrera: Una justicia feminista es diferente que decir una reforma judicial feminista porque son género y especie. La justicia involucra a las universidades, a los colegios de abogados, las asociaciones, los libros o materiales de estudio de quienes nos formamos en derecho, entre otras instancias. Es decir, la justicia implica mucho más que el Poder Judicial, pero si aplicamos una mirada profunda de la misma, sabemos que este Poder Judicial actúa mal así como está.

 

Es muy interesante que se profundice la idea de una reforma de la justicia en clave feminista cuando la Vicepresidenta habla y pone en jaque al Poder Judicial. Porque hay una matriz común. Si analizamos las personas y estructuras que se ponen en jaque con una reforma judicial, en general suelen ser hombres, penalistas, machirulos, con casos de violencia, con procesos que se denunciaron en el Consejo de la Magistratura y no pasó nada. Es decir, hay una estructura de privilegio del Poder Judicial que para desandar requiere de los feminismos. Quiero decir con esto que una reforma profunda no es sólo un recambio de personas sino un diseño institucional distinto y profundo, donde todos los eslabones entiendan que forman parte del Estado. El Poder Judicial no puede ser más esa casta que nos mira desde arriba. En eso, el feminismo, con su trayectoria de construcción opuesta a la del Poder Judicial, viene a romper estructuras y a problematizar.

 

J.F.: ¿Hay que incorporar una perspectiva de género en el Poder Judicial para que haya justicia?

¿Qué se necesita para eso?

M.H: Muchas cosas. Primero que nada: dejar de hacer marketing. Ahora es políticamente correcto tener una oficina de la mujer, “un cuarto propio”, pero con eso no alcanza. Es como ir tejiendo nuestra propia trampa. Lo que necesitamos incorporar es una consciencia feminista. Esto tiene que ver con una obligación, es como la conciencia de clase. Implica analizar las estructuras sociales porque, por ejemplo: si llega una mujer con violencia de género y nosostros sólo lo vemos/abordamos como tal, sin ver que esa mujer es víctima de violencia socioeconómica, voy a hacer una medida de exclusión en vano porque esa mujer no tiene adonde ir. Una conciencia de género es la que te permite ver las interseccionalidades. En este caso, sería poder ver que es una mujer pobre, que no tiene trabajo, que está en el mercado informal, que está atravesada por la idea de que las mujeres somos las únicas cuidadoras. Todo eso es un abordaje distinto que complementa la mera exclusión. Porque hoy las medidas se hacen más para salvarse los propios jueces y juezas que realmente para las víctimas. No se coconstruye con el otro y eso es violencia institucional porque seguís anulando a la otra persona.

 

J.F: ¿Qué implicaría una reforma del Poder Judicial en clave feminista?

M.H: Hay un punto fundamental que la Vicepresidenta (Cristina Fernández de Kirchner) marcó en la última audiencia y es: ¿la ciudadanía realmente asume que lo que pasa en el Poder Judicial le afecta en la vida? Es central que la población entienda la importancia que tiene el Poder Judicial en sus vidas y el feminismo tiene un rol crucial en eso. Tenemos que lograr introducirlo en la agenda pública. Recién ahora, gracias a las violencias más extremas por motivos de género, estamos comenzando a instalar que lo que pasa en la justicia es un problema del pueblo y de la sociedad. A la gente no le importa lo que hace Stornelli, pero cuando pasa lo que pasó con Úrsula o con Micaela, se empieza a ver la responsabilidad de la justicia. Entonces la gente siente que la justicia no la protege. Un reforma judicial feminista implica, de mínima, que la sociedad comprenda y exija que le den respuestas. Es tal la impunidad y el nivel de desconexión con la sociedad, que la Corte Suprema no se capacitó en la Ley Micaela. Y estamos hablando de los supuestos defensores últimos de las leyes.

 

Entonces, no sólo hay que hacer recambio de personas, es clave que esas personas vengan de trayectorias transformadoras. Si cambiamos por personas similares, el sistema va a ser igual. Entonces necesitamos paridad de género pero con más feministas. Hay que trabajar en la paridad de licencias, en las políticas de cuidado y de corresponsabilidad, que son debates que se están dando en la sociedad y hay que incorporarlos en el Poder Judicial. También hay que empezar a pensar en figuras que acompañen en los procesos de denuncia para que se sostengan, porque las denuncias por violencia de género no lo hacen.

 

Asimismo, es importante el recambio generacional. Con esto no me refiero a que todas las personas grandes sean conservadoras, pero las nuevas camadas tienen otro pensamiento estructural. La sociedad fue cambiando y las leyes fueron cambiando y ampliando debates. La Ley de Matrimonio Igualitario, la de Identidad de Género, la ESI fueron marcando una nueva cultura que tenemos que animarnos a mirar. Incorporarla al Poder Judicial es apostar a una mirada más aggiornada a la realidad, menos rígida y elitista. 

Parecen cosas menores pero todas juntas hacen a una transformación de la justicia.

 Justicia de casta o justicia popular

 

J.F.: ¿Cómo se democratiza el Poder Judicial?

M.H: Hay que generar los dispositivos para que rindan cuentas. Actualmente nadie los interpela porque el sistema se los permite. Nosotras, como investigadoras del Conicet, tenemos que relevar anualmente lo que hacemos. ¿Por qué el Poder Judicial no? ¿Qué problema hay con que los jueces informen las sentencias que dictan y los tiempos que llevó cada una?

 

Creo que hay muchas formas de poder hacerlo. El Consejo Consultivo que asesoró a Alberto propone rendiciones de cuentas con plazos, transparentar los procesos, que las audiencias sean públicas, que se lleven a cabo en distintos lugares del país. Es importante tener un registro de denuncias de la sociedad y también de violencias internas del Poder Judicial (como acoso laboral). Necesitamos herramientas institucionales para oxigenar y permitir el afuera. Para frenar la idea de que todo vale porque la misma corpo se defiende a sí misma.

 

Otra cuestión es que la formación continúe después de concursar cargos. Hacer capacitaciones te permite escuchar nuevas voces e ideas, y teniendo en cuenta las estructuras de las que estamos hablando, es una forma de juntarse con la plebe. Me parece fundamental.

 

También es muy importante federalizar la justicia, para ampliar la mirada. Esto implica una diversidad en la integración de carácter cultural y de género. La OM acaba de sacar un informe con números de género y en los lugares de decisión sólo el 31% son mujeres y el resto hombres. Además, si vos analizás, en ese porcentaje hay muchas mujeres que son machistas y patriarcales porque han tenido que llegar a espejo de los hombres.

 

J.F.: ¿Es una cuestión de las personas o lo que falla es la estructura?

M.H: Creo que ambas conviven. Hay muchas personas que quieren transformar desde adentro, que son las menos, y saben que corren riesgos. Porque para poder ascender tenés que pactar con el diablo. Si vos sos feminista, abortista, progresista, yo te voy a festejar, pero sabés que a la hora de concursar probablemente quienes te evalúen van poner eso sobre la mesa, vas a estar condicionada por todo eso. Incluso por lo que te vayan a preguntar, porque en las preguntas que se realizan también hay un funcionamiento político. Bueno, ese es un punto también: ¿Qué preguntas vamos a realizar a la hora de evaluar? ¿Sólo nos importan las cuestiones técnicas de la ley, o deberíamos ver cómo resolverían ciertas situaciones incorporando la perspectiva de género? El derecho no puede ser sólo saberse la ley, estamos para brindar un servicio, para resolver la vida jurídica de la gente.

 

J.F.: ¿Cómo llevamos a la práctica estas transformaciones?

MH: Creo que hay que tener un diseño. Todas las propuestas son del Gobierno, necesitamos el impulso del Ejecutivo. Hoy en día tenemos un diagnóstico claro: la justicia como está no funciona. En eso estamos todxs de acuerdo. Entonces, tenemos que hacer propuestas a corto, mediano y largo plazo. Vamos a un ejemplo concreto: hace 15 años atrás, vos presentabas un proyecto para legalizar el aborto y no pasaba ni la comisión de Salud. Ahora, se siguió presentando, se lo llevó a congresos, a debates y en un momento cayeron las resistencias. Entonces lo mismo debe pasar con esto. Hay que tallar e insistir para incorporar el tema a la agenda pública, llevar el debate a las universidades y que la sociedad se apropie. Lo que pasa en la justicia debe dejar de ser algo lejano porque nos atraviesa. Así como la vacuna hoy forma parte fundamental de nuestras vidas, la justicia también debe serlo. Ahí los medios tienen un rol fundamental porque, como dijo Cristina Fernández, son uno de los grandes poderes. En el caso del aborto, fueron fundamentales. Entonces, ¿cómo lograr que los medios tomen esa agenda?¿Cómo metemos el debate en las redes?¿Vamos a seguir contando muertes o vamos a hacer que esos femicidios se transformen en una demanda hacia el Poder Judicial?

 

Para eso creo que el camino es generar conciencia social, pero a su vez, modificar de arriba hacia abajo. Con una Corte distinta, que se anime a oxigenarse, a interpelarse, que rinda cuentas, que diga cuáles son los temas que le parecen importantes, que si no se capacita en la Ley Micaela la sociedad le diga: ¡eso está mal!. La Corte debe hacerlo, estamos esperando que lo haga. Que haya un tribunal distinto donde haya paridad de género y federalismo, porque no son las mismas las perspectivas sociales en Chaco, en Tierra del Fuego o en Salta.

 

Las grandes transformaciones llevan tiempo y traspasan los gobiernos. Ahora bien, la pregunta es qué gobierno se va a animar a dar estas luchas. El discurso del Presidente en la apertura de sesiones ordinarias fue muy rupturista en el tema justicia porque es un lugar donde hay muchas cosas que hacer. Y es donde hay que redoblar esfuerzos.

 

Para algunos es mucho más fácil reducir la discusión a “la impunidad de Cristina” que realmente debatir. Es fácil criticar y decir que algo no funciona. Es fácil seguir llorando los femicidios. Y eso es lo que hace la oposición de este Gobierno. No propone, sólo critica. Entonces yo digo: ¿qué tienen para aportar? ¿Qué justicia quieren? ¿Quién realmente se anima a llevar debates profundos y serios sobre qué justicia nos merecemos? Ese es el desafío que tenemos.

 

J.F.: ¿Podemos graficar ese corto y mediano plazo?

M.H: Primero y fundamentalmente, que la Corte se capacite en la Ley Micaela. Es básico, realizable y lo tenemos que exigir. Después, este paso que se dio en el Consejo de la Magistratura para relevar denuncias ante jueces por casos de violencia de género es muy importante. Además, hay que concretar y cumplir la paridad de género en las designaciones y distribuirla en todos los espacios de la justicia. Necesitamos más mujeres en el derecho penal.

 

Después, las capacitaciones deben ser obligatorias. Por su parte, las licencias por mapaternidad deben cumplirse y ser en igualdad para fomentar la distribución de las tareas. También debe fomentarse la escucha real sobre los casos de violencia y la elección del recurso humano es central. La Corte se debería ampliar con personas que tengan vocación de servicio, una mirada cercana a la gente. Vos te das cuenta mirando un CV, investigando qué temas abordan o dan en la facultad. Necesitamos abogados/as populares para tener una justicia más cercana al pueblo. Hay infinidad de cuestiones para hacer. Hay que empezar de una vez.

 

J.F.: ¿Qué vínculos del Poder Judicial habría que trabajar para mejorar el servicio?

M.H: El de las fuerzas de seguridad es importante. Hay que renovar e introducir capacitaciones en clave de género. En ese sentido, la gestión de Nilda Garré fue muy buena. Se capacitaba al personal de Gendarmería sobre violencia e igualdad y lográbamos interpelar. Tenemos que asumir que con la gestión de Patricia Bullrich se volvió para atrás en un montón de sentidos, pero hay que retomar un trabajo muy fuerte de deconstrucción. Eso debe ir acompañado de ascender a mujeres y fomentar la paridad en lugares de toma de decisiones, por supuesto.

 

También es fundamental revisar la relación del Poder Judicial con la Iglesia porque es algo de lo que poco se habla y es muy preocupante. En muchas provincias esta institución tiene un poder muy fuerte en las designaciones de jueces y juezas. Ahí tenemos que centrarnos también.

 

J.F.: ¿Hay instancias articuladoras de estos reclamos dentro del Poder Judicial?

M.H: Yo creo que al haber concentrado el poder (Julio) Piumato hace que estas miradas se acallen. Lo más democrático que hay hoy en día es SITRAJU a nivel nacional, donde se fomentan esas discusiones. Si el lugar de Piumatto lo tuviera SITRAJU, sería mucho más sencillo.

 

J.F.: ¿Quiere cerrar la entrevista con un resumen de lo conversado?

M.H: El Poder Judicial nunca se preguntó si la forma de ejercer que tienen hace años sigue funcionando para la gente. La justicia se debe un debate profundo y como no lo van a hacer ellos mismos, tenemos que impulsarlo desde afuera. Como yo digo: equipo que gana no se cambia, equipo que pierde, si. Así como estamos, estamos mal. Hay que exigir eso.

 

Creo que la clave está en visibilizar la importancia de un Poder Judicial que funcione. Eso implica una conciencia de clase y de género. Las transformaciones no vienen solas, nadie nos va a regalar ese cambio. Pero que en este #8M se haya incorporado como demanda es para celebrar porque implica un paso importante para generar el cambio, y ahí los feminismos van a tener un lugar central.

Compartinos tu opinión

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *