Actualidad Mujeres al frente

Santa Eufemia: denunció a su agresor por abuso y violencia, quedó detenido y se investiga a una jueza

Por: Magdalena Bagliardelli

La vida de Jéssica Bénitez tocó fondo el 6 de diciembre, cuando su hijo mayor se quitó la vida. Estaba estudiando Contador Público en la Universidad de Villa María, porque quería trabajar en el banco como su papá, quien lo “psicopateaba”. La misma violencia física, económica y psicológica a la que Jéssica se vio sometida en los últimos 20 años, desde que a los 13 su mamá la “entregó” a este hombre que en ese momento tenía 48.

 

 

El fin de semana pasado, otro episodio motivó a la mujer que hoy vive en Santa Eufemia junto a su hija de 6, a develar su historia. El viernes recibió una notificación que le avisaba que la orden de restricción de acercamiento de su ex pareja contra ella y su nena (fijada hasta el 31 de mayo) iba a ser revisada. Jéssica, desesperada, se contactó con una periodista local, llamada Marcela Tula, quien grabó su testimonio y comenzó a viralizarlo por la pequeña localidad del este cordobés. La ciudadanía se movilizó el lunes y salió a la calle para pedir justicia por Jéssica.

 

 

Desde el 23 de diciembre hay una orden de restricción para que el hombre no se acerque a Jéssica ni a su hija, que una trabajadora social le ayudó a gestionar. Sin embargo, una de las llaves de la casa que compartían quedó en manos de él, por eso la mujer no puede dormir tranquila. “La jueza le dejó el manojo de llaves. A mí me entregaron un solo juego y yo no pude quedarme a dormir sola nunca por miedo a que venga y nos haga algo a mí o a mi hija. Nunca me creyó la jueza”, relata la mujer.

 

 

Mientras tanto, el sábado, desde la Fiscalía de La Carlota tocaron la puerta de Benitez y le comunicaron que podía realizar una denuncia en la localidad vecina. Estuvo dos noches declarando: el mismo sábado y el domingo. Más de 6 horas de abusos, torturas, manipulación, amenaza, acoso a sus amigas y familiares.

 

 

En la Fiscalía surgió también que al menos en dos oportunidades Jéssica había pedido ayuda en el Juzgado de Paz de Santa Eufemia, a cargo de María Julia Poli, pero nunca obtuvo una respuesta favorable. Lo mismo por parte de la comisaría local. Por eso, las acusaciones en su contra van a ser investigadas.

 

 

“La jueza de paz nunca me dio bola. Fui una vez, estaba embarazada y le dije que nos maltrataba y que le exigiera hacer tratamiento psicológico. Vivíamos mal en casa con mi hijo más grande. Por ejemplo, a la hora de comer no se levantaba y cuando lo despertabas se enojaba. Yo le pedí ayuda y me dijo que me iba a poner una restricción. Al otro día, vino a casa y me refregó la citación por la cara. Fuimos juntos y la jueza me preguntó qué me faltaba: y yo le dije paz y tranquilidad”, recuerda. A pesar del pedido de la mujer, en ese momento la jueza dispuso que siguieran conviviendo pero en diferentes habitaciones, y que él siguiera manteniendo económicamente el hogar.  Este medio intentó comunicarse con la Sra. Poli pero no quiso brindar su testimonio.

 

 

Los episodios de violencia se reiteraban en frente de sus hijos. “Yo le decía que no me maltrate delante de mis hijos, porque sé del daño que causa”. “Muchas veces me quise separar, pero él me decía: ‘vas a terminar como la otra (su primera mujer) que terminó tirada en el fondo del pueblo’”, contó Jéssica.

 

 

Agresor detenido

Luego de tomar declaración a la mujer, la Fiscalía de Instrucción de La Carlota detuvo al hombre de 69 y lo imputó el jueves por los delitos de abuso sexual por aprovechamiento de la inmadurez sexual y abuso sexual con acceso carnal, por hechos cometidos desde el año 1999 a 2020, contra Jéssica. El día anterior le habían atribuido los delitos de abuso sexual calificado por la convivencia preexistente con una persona menor de 18 años y desobediencia a la autoridad, enmarcados en casos de violencia familiar y de género, en perjuicio también de otra mujer que en la actualidad tiene veinte años de edad, por hechos que iniciaron cuando era una niña de quince años y se extendieron hasta sus dieciocho años.

 

 

El hombre detenido tiene otras dos hijas, una de 28 y 24, que apoyan la denuncia de Jéssica. “Ellas también sufrieron maltrato por parte de él. La jueza les tomaba las denuncias y llegaba un acuerdo con él”.

 

 

A Jéssica le hubiese gustado estudiar, terminar el secundario y hasta continuar la carrera de Medicina. “Él me decía que no era necesario, si no nos faltaba nada. Pero cada vez que yo quería comprarle algo a mis hijos lo pagaba en la cama e iba a un basural a buscarme ropa para mí”.

 

 

“En la marcha (del lunes)  hubo chicas que se acercaron y me abrazaron y me contaron que terminaron viviendo de nuevo con su agresor porque mientras estaban con la restricción no pudieron hacer separación de bienes o pedir la cuota alimentaria, entonces volvieron con los agresores, o tenían miedo de lo que les pudiera pasar”, contó Jéssica.

 

 

“No me animé a contar antes porque me daba vergüenza, tenía miedo de pasar lo mismo que las nenas (otras hijas de su ex pareja) de no tener para comer. Además, no es fácil mantener una casa, los útiles, en caso de enfermedad, tenés que comer, vestir a los chicos, tienen  actividad recreativa”, cuenta la mujer.

 

 

“A otras mujeres les diría que el miedo te calla, pero que nunca callen, que agarren a sus hijos de la mano y salgan. No importa adónde ni con qué, lo importante es tenerlos a ellos. No hacés nada cuando no tenés paz. Se puede salir, se puede abandonar, pidan ayuda para que la puedan encontrar”, concluye.

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