El lunes 30 de marzo iniciamos las «Rondas de lucha: hacer memoria en tiempos de cuarentena»
Para conocernos, re-concernos en el marco de un aislamiento del que, como dijo Adriana, no debemos entrar ni salir sin memoria.
Les compartimos la palabra de Adriana Guzmán, que es voz colectiva de la construcción del feminismo comunitario y antipatriarcal, de Bolivia.
Va la sistematización escrita para quienes gustan más de leer a su ritmo, y el vídeo (al pie del texto) para escucharla en algún rincón de esos que habilita la cuarentena para formarnos
#NosFormamosParaAvanzar
#RondasDeLucha
#LaMareaNoticias
Historia y proceso actual del feminismo comunitario y antipatriarcal en Bolivia
Qué bueno q podamos encontrarnos a pesar de este confinamiento.
Aquí en Bolivia que hemos estado viviendo este golpe de estado, es indispensable hacer memoria para que el virus no nos robe la memoria.
Entrar y salir del confinamiento con memoria sobre lo que pasa aquí, en Chile, en Argentina que vienen de la historia de devastamiento del estado, del genocidio en Colombia hacia quienes defienden el territorio y la vida.
El feminismo comunitario y antipatriarcal, quizás lo han escuchado ya, para nosotras se define en la masacre del gas del 2003. Un presidente gringo que estaba masacrando a aymaras empobrecidos en la ciudad del Alto, porque nos oponíamos a la venta del gas, porque ya el país estaba empobrecido.
Allí nos definimos feministas porque comprendimos muchas cosas.
Nuestro primer aprendizaje es que el feminismo no se estudia, el feminismo se hace.
Para nosotras el feminismo es acción.
Nos hemos definido en esa acción política en la calle, y entendimos el colonialismo y el racismo porque nunca matan en los barrios de los ricos. Siempre masacran a los sectores empobrecidos. Entonces qué más certeza.
Entonces, no venimos de estudiar el feminismo, sino de la lucha en la calle contra el patriarcado. Creo que eso es algo que debemos cuestionarnos permanentemente como feministas.
En la masacre del gas nos encontramos con el racismo, el colonialismo, el machismo y el patriarcado. Porque a pesar de que luchábamos en la calle con los compañeros, curando sus heridas, en la casa había que hacer la tercera o cuarta jornada. En momentos de represión, no dejamos de hacer el trabajo impago. El trabajo del hogar.
Además de marchar y defender los cuerpos, y pelear a los militares, había que limpiar y cocinar. No es posible. Es algo que nos empezamos a cuestionar en ese momento.
Al terminar la masacre del gas no queríamos volver a esa esclavitud y soledad del hogar. Ahí vivíamos violencia. Nos gustaba nuestro compañero en la calle tirando piedras, anticolonialista y anticapitalista, y no en la casa. Porque ahí se convierte en un pequeño patrón.
Nos dimos cuenta de que no se podía construir otro país sin nosotras, sin nuestras voces, y sin pensarlo desde nuestros cuerpos.
Al poner el cuerpo entendimos a quienes matan y a quienes no, de quiénes no importa su voz, porque las decisiones las tomaron los hombres.
Y no nosotras que resistimos mas de 31 días en la calle.
Asesinaron a 63 personas, 61 hombres y 2 mujeres, pero las dos mujeres muertas fueron balas perdidas en sus casas.
Cuando vamos a la lucha, lo hacemos pensando en un cuerpo con derechos y no tenemos derecho ni a morirnos, porque tenemos que volver a criar y a cuidar. Eso nos decían nuestras mamás.
Eso es también cómo se construye el género en el cuerpo. Los hombres creen que su cuerpo es inmortal, que nos los matan. Nosotras de muy pequeñas aprendemos a cuidarnos a de la violencia en la casa. De padres y tíos abusadores, ellos no tienen esa experiencia.
Nuestro ser feministas:
Nos definimos feministas y tenemos que construir un feminismo que nos sirva a nosotras, no lo hicimos para ser políticamente correctas. Necesitábamos el feminismo y debíamos construir un feminismo que sea útil a nuestras luchas. Y Bolivia luego del 2003, vivía un contexto de asamblea constituyente en relación a la salud, la educación y la justicia.
Logramos que la justicia indígena y comunitaria sea equivalente a la justicia ordinaria.
Necesitábamos herramientas para discutir y proponer. Nombrar el patriarcado y ver cómo funciona en el cuerpo de los hombres, las mujeres, en la naturaleza, y las guaguas.
Ahí en la constitución se reconoce la descolonización como una tarea del estado, no logramos que se nombre la despatriarcalización pero luego lo logramos en algunas leyes.
Construimos un feminismo útil para la lucha en la calle, en la casa y en la cama.
Definirnos feministas significó cuestionar nuestras relaciones afectivas, sexuales, nuestra visión del deseo. No es como un pijama el feminismo que te lo podés poner y sacar. Una es feminista las 24 horas del día. Nuestra experiencia fue así.
La comunidad como opción y posibilidad
Y lo nombramos comunitario porque al encontrarnos en la discusión con otros compañeros, la pregunta era cuál es nuestra propuesta como feminismo. Y nos parecía urgente tener una propuesta.
Nuestra propuesta fue la comunidad como memoria ancestral de nuestros pueblos, como certeza de que es posible vivir en comunidad. La comunidad hoy existe frente a un mundo capitalista. En medio de esta pandemia, es la que mejor va a resistir.
Hablábamos de esa comunidad y desde la comunidad como posición política. Para quienes no estamos en el área rural, la vida en comunidad, es una opción política frente a un mundo que profundiza el individualismo, la competencia, la destrucción del tejido social y comunitario, de la capacidad de dolerse, de encontrarse y colaborarse con la otra. Algo que está haciendo también la pandemia ahora.
La comunidad como una propuesta de organización para el mundo. De gestión de la vida y las necesidades, del poder. Paran nosotras el estado plurinacional nos sirve temporalmente, mientras asentamos la comunidad y la comunidad de comunidades.
Pensar la circulación del poder en la comunidad es algo que hemos aprendido con nuestras mamás y nuestras abuelas.
Y desde el 20016 nos nombramos antipatriarcales por las lógicas que se reproducen al interior de las organizaciones. Patriarcales, jerárquicas, de violencia, de encubrimiento, de impunidad. Este planteo de cuidar la organización y no denunciar al abusador que hay dentro de la organización. Esa fue una definición política.
Luchar dentro y fuera de la organización contra el patriarcado.
Así nos hemos construido, y eso ha significado una descolonización del feminismo. Que es una acción.
La autonomía. Llamarnos como nosotras queremos es un acto de descolonialización frente a un mundo eurocéntrico. Frente a un feminismo eurocéntrico y profundamente liberal que pelea por los derechos individuales.
Bien que haya derecho al trabajo, al divorcio, pero el mundo sigue siendo de explotaciones, sigue habiendo hambre, muerte, feminicidios, sigue habiendo guerras. Entonces los derechos individuales por lo que han luchado varios feminismos en Europa, estaban bien para ellas, pero no son suficientes para nosotras.
La lucha del feminismo luego de la revolución francesa, la lucha por el derecho a la propiedad privada es algo que no se nos hubiera pasado por la cabeza a nosotras, que más bien queremos acabar con la propiedad privada. Esta igualdad de derechos con los hombres. No nos queremos igual ni diferentes a los hombres, nos definimos desde la comunidad. Nosotras, los cuerpos plurales, como quieran autodenominarse.
Estas son herramientas de lucha en el territorio de las palabras, porque hemos peleado en la Asamblea Constituyente y también en el feminismo. Porque hemos peleado por hacer nuestros propios discursos, por decirlos, por escribirlos, por pintarlos en las paredes. Los grafitis no son propiedad privada de nadie.
Nos metimos en el grafiti, en el rap, en las discusiones de la cosmovisión.
Descolonización de la cosmovisión:
En la deconstrucción de una cosmovisión que también es patriarcal, con una heterosexualidad obligatoria. Nos han dicho que ancestralmente o han habido lesbianas y eso no es cierto.
Fue enfrentar una descolonización de la cosmovisión. Lo hicimos, para recuperar la memoria ancestral de convivencia con la naturaleza, de los saberes de nuestro cuerpo en relación con la naturaleza, que no somos lo único, la humanidad sino somos más bien de lo peorcito, diríamos.
Cuestionamos la cosmovisión porque no podemos aceptar la relación de complementariedad entre hombre y mujeres hace 500 años que seguro era posible porque no habían las relaciones de poder, machistas y misóginas que hoy existen.
Hoy tenemos que redefinir esa dualidad. Si hay relaciones de poder: ¿cuál es la dualidad?
Las relaciones de poder no son las mismas en las comunidades que en las ciudades, porque hay una justicia comunitaria, hay una redistribución del poder. Hay menos impunidad.
Hemos hecho la discusión dentro de la comunidad, frente al estado, muy cerca del estado en algún momento al hacer las leyes y luego cuestionando los gobiernos. Porque como se gobierna para todos, se gobierna también para los ricos. Entonces la justicia también es para los femicidas, los violadores, son las limitaciones del estado que cuestionábamos. Desde la comunidad.
Avance y organización de la derecha boliviana
El 20 de octubre del año pasado fueron las elecciones que sabíamos que iban a ser difíciles porque la derecha estaba armando un ataque a las organizaciones sociales, hacia el proceso de cambio. Proceso que no es sólo el gobierno, del que fue presiente el Evo, sino el proceso de las organizaciones y de las comunidades.
Un proceso político del país, que yo llamaría dignidad. Fueron 13 años de construir y reconstruir la dignidad como pueblo, de no agachar la cabeza como nos han enseñado durante años. Agachar la cabeza frente al blanco, al patrón, al profesor. Fue un proceso de dignidad, de mirarnos al espejo sin vergüenza de reconocernos como aymaras, mujeres indígenas y sanar con nuestras madres y abuelas a quienes hemos negado llamándonos clase media, mestizas y otras categorías que se inventa la academia y que se roba nuestras hijas: Porque hacemos una lucha para que nuestras hijas se reconozcan como parte de nuestro pueblo indígena. Un reconocimiento político frente a un mundo que niega a las indígenas, que las asesina, que las oprime. Entonces la universidad nos nos sirve, nos roba a nuestras guaguas.
En ese proceso en el que estábamos con muchas críticas, sin una transformación del sistema económico pero sí con redistribución de la riqueza, con trasformaciones en educación… en este proceso llegan las elecciones.
No nos imaginamos nunca un golpe, en lo personal y quienes integramos la organización, hemos nacido casi todas en esto q llaman democracia, no hemos conocido una dictadura militar. Hemos conocido esa democracia que nunca le ha servido a los pueblos, sino para a los partidos políticos para que hagan lo que les parezca con los recursos del estado, con el gobierno y con las empresas del estado.
A la derecha me gustaría caracterizarla
No es una derecha de grandes capitales, trasnacionales, evidentemente eso está por detrás. Pero estamos hablando de una derecha conformada fundamentarme ente por terratenientes del oriente del país que desde el 2008 iniciaron una limpieza étnica del país como llaman ellos, un acabar con los indios. En el 2008 se inicia la unión juvenil cruceñista, en Santa Cruz, donde empiezan a entrenar y armarse, para perseguir indios en la calle, en los mercados, golpearlos con bates de béisbol, patearlos en el piso. Eliminarlos.
El racismo es una forma de eliminación. El racismo también mata porque es el patriarcado el que mata
Su objetivo controlando a las organizaciones sociales es el control sobre nuestros cuerpos. A ellos no les servimos con dignidad, pensando que podemos estudiar, creando feminismo, construyendo discurso. Les servimos sólo si pensamos que podemos ser sirvientas en sus casas, criar sus hijos, si nuestros hermanos solamente piensan que pueden ser sus peones. Si podemos ser parte de su hacienda, de sus objetos de pertenencia sobre los que pueden decidir e intercambiar.
Es una recuperación que están haciendo los terratenientes de esta cultura que tienen de propiedad sobre los cuerpos, de violar a las hijas de quienes viven sus haciendas.
Esta derecha es la que ha impulsado el golpe encabezado por Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico del Oriente, de la gente con plata, que no solamente le importaba recuperar la administración del estado, sino también de nuestros cuerpos.
Ya no tenían la mano de obra para sus tierras, ya nadie quiere ir no solo por una cuestión de dinero, sino por una cuestión de dignidad: ya no quiero trabajar con un patrón que no solamente me controla, sino que también me viola
Este golpe de estado tuvo dos fases. La primera grupos armados paramilitares en los que hubo muchos jóvenes armados y con cascos, escudos… al principio sin armas de fuego y luego con chalecos antibalas, armas, motos. Financiados.
Cientos o miles en el caso de Cochabamba. Motoqueros les decimos, que van armamos, paramilitares que venían a generar terror no solamente en las calles en las que estábamos protestando por el respeto de nuestros votos, sino que iban a las comunidades, a los barrios a saquear, violar mujeres generar destrozos, y sobre todo detener a mujeres aymaras, quechuas, con polleras. Escarmiento a las mujeres indígenas, humillación.
Las obligaron a ponerse de rodillas, las escupieron, las obligaron a pedir perdón, por haber tenido dignidad, por habernos imaginado como gente, como personas
Ese acto de humillación ha sido un escarmiento muy fuerte que no nos esperábamos. Pensamos que con las leyes el racismo se acababa, y no.
En esos trece años habíamos estado administrando nomás el racismo, pero en el primer momento en que ha sido posible, ha explotado la impunidad del racismo.
Y entonces cualquiera en la calle puede decirte india de mierda, ignorante inmunda, hasta hoy. Y sobre ese racismo se está administrando hoy esta pandemia.
Esa primera fase con los paramilitares y el escarmiento racista no solo a las mujeres sino también a los hombres, que fueron humillados, a las organizaciones sociales.
Para nosotras ha sido un golpe al pueblo desde el 20 de octubre hasta el 8 de noviembre donde se amotina la policía y se queman casa de gentes de dirigentes y representantes de organizaciones sociales. Se secuestran a esposas e hijas de parlamentarios del MAS. Se las golpea en la plaza, se las secuestra y se trasmite por Facebook y las obligan a decir que les piden la renuncia de Evo Morales.
El 10 de noviembre él renuncia. Después están los militares, los policías y va tomando el carácter de lo que llaman un golpe tradicional. Y llega una represión terrible y una resistencia de las organizaciones y los movimientos en las calles, exigiendo que Jeanine Añez no se presente como Presidenta. Eso era la consumación del golpe de Estado.
Estuvimos dos días sin presidente, eso es lo que se llama un vacío de poder (por lo tanto, era un golpe de estado) y luego asume Jeanine Añez, hoy dictadora, presidenta de facto en Bolivia.
Ella es posicionada por el comandante de las fuerzas armadas. A ella no la posiciona el parlamento, el congreso, ni diputados ni senadores, esto es un golpe de estado. Y la claridad no es teórica, sino que está en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo fue golpeado, allí lo sentimos en el cuerpo de nuestras abuelas y tías.
Ya después tenían que consolidar el golpe y viene la masacre de Huayllani donde asesinan a doce compañeros y luego la masacre de Senkata, donde masacran a 19 compañeros, y está la denuncia de dos compañeras indígenas de polleras que fueron secuestradas y continúan hoy desparecidas.
Esta fue otra estrategia de los militares porque sabían que el pueblo podía reaccionar muy fuerte si se hacían visibles los cuerpos de estas dos mujeres asesinadas. Porque dos consignas que nos han unido en las calles son: “La pollera se respeta carajo”, y ”La wiphala se respeta”.
El golpe se ha concretado con el ingreso de Camacho a la casa de gobierno con la biblia, con la bandera. Queman la wiphala, dicen que van a meter a dios en la casa de gobierno y van a sacar a la pacha mama. Toda una afrenta colonial, una nueva colonización.
Nosotros no estuvimos en 1492, pero sentíamos que era un nuevo Colón que venía a descubrirnos, a decirnos qué es la civilización, qué era la democracia, y como teníamos que vivir
Se dio represión y violencia sexual. Masacres desde helicópteros. Represión tanto en Sacaba, Senkata y Ovejuyo. Al parecer los paramilitares entraban a las casas y violaban a las compañeras y a niñxs, como parte de la represión a comunidades que querían organizarse para bloquear los caminos, cortar las rutas o venir a apoyar a las ciudades.
Y finalmente se ha dado el autodenominado gobierno transitorio, que ha empezado a destruir las empresas del estado como Entel y la empresa de aviación. Empezaron a vender gran parte de los recursos, a hacer contratos del litio que era la discusión que estaba por detrás. Esto era el golpe del litio.
Hoy vivimos una crisis económica que no viene sólo con la pandemia. Es una crisis que viene desde finales de octubre. Este es el contexto del golpe.
La resistencia feminista que hemos hecho articuladas con organizaciones sociales, nos ha generado muchos aprendizajes. El primero es: qué importante es la memoria! Porque hemos salido a la calle con miedo, porque no teníamos la memoria del 2003. Esa memoria se nos había ido, no la habíamos trabajado con nuestras hijas, con las universidades. Entonces teníamos a nuestros propios hijos e hijas en las universidades despolitizados, hablando de defender la democracia, de acabar con los indios, de plantear para el país desarrollo y progreso.
Una autocrítica como organizaciones es que no hicimos una formación política suficiente en relación a la memoria de nuestro proceso del 2003, y salimos a la calle en el golpe de estado para perder el miedo principalmente. Si no, nos quedábamos encerradas en nuestras casas, muertas de miedo, escuchando noticias falsas, por las masacres que habían, y ese es un aprendizaje que nos puede servir para pensar la pandemia también: Hasta qué punto la política del miedo sirve para paralizarnos, desmovilizarnos, y facilitar las condiciones de dominación del sistema.
Salimos a las calles y allí enfrentamos el miedo, a las paramilitares junto a muchos hermanos y hermanas, y aprendimos que nos necesitábamos orden ni estructura para defender un proceso que habíamos hecho. Era defender a un pueblo que no quiere vivir en dictadura.
Salimos para defender la dignidad que habíamos construido y recuperado en todos estos años. Salimos a la calle porque no queremos volver a ser sus empleadas, no queremos volver a tener vergüenza de quiénes somos, de las caras que tenemos, de nuestras pieles, de nuestras formas de hablar
Fue muy importante encontrarnos en las calles para re articularnos, perder el miedo, pero lastimosamente no logramos resistir lo suficiente como organizaciones.
La democracia tiene estas cosas de plantear como una salida las elecciones, y se desmovilizaron las organizaciones. Había un gran desgaste también, muchos muertos, mucho dolor, impunidad, mucha rabia. Finalmente, el planteamiento fue ir por la vía de las elecciones.
Nosotras no creemos que las elecciones vayan a resolver este conflicto estructural, porque el racismo pretende eliminar a quienes no se quieren someter y no quieren seguir siendo explotados. En todo caso en las elecciones, si ganara el Mas, no creemos que la derecha respete los resultados. Un golpe de estado no entrega el poder en las elecciones. Es solamente un desgaste que están generando los golpistas. Jeanine Añez está ahí, pero en realidad es el grupo de terratenientes el que gobierna.
Golpe al interior del feminismo
La resistencia feminista la hemos hecho nosotras desde el feminismo comunitario y antipatriarcal, pero también nosotras hemos recibido un golpe, porque muchas feministas no han sido capaces de reconocer el golpe.
En el momento en que era preciso, a la puerta de las masacres, casas quemadas, secuestros, violencia sexual, heridos, en ese momento platearon que aquí no había habido ningún golpe, sino que había habido desobediencia civil con el Evo Morales, como el caso de María Galindo. Plantearon que era una locura hablar de golpe de estado, que lo que había pasado era una recuperación de la sociedad civil, del poder.
Entonces fue terrible la incapacidad de posicionarse de ciertos feminismos o de ciertas feministas, en el golpe de estado, a tal punto que para mí se hicieron funcionales al golpe. Desarticularon el apoyo y la solidaridad internacional de otras feministas porque dijeron que aquí no pasaba nada. Esa es una irresponsabilidad histórica.
Dos reflexiones que hay al respecto, es que nosotras sentimos el golpe en el cuerpo, y si hay feministas que no lo sintieron, es porque definitivamente tenemos otros cuerpos. Porque por su barrio no matan, no disparan, no masacran, porque finalmente dentro del feminismo hay que hacer una profunda discusión de clase.
El feminismo también es racista. Porque nuestra vida vale menos, porque 36 hermanos asesinados no fue suficiente para que muchas feministas reconozcan que es golpe. En algún momento María Galindo dijo que la denuncia del racismo era una campaña del Evo y del MAS, como si no hubiera racismo en el mundo. Como si no tuviéramos 500 años de sometimiento colonial y de resistencia de los pueblos.
Entonces, hay una irresponsabilidad social dentro del feminismo que nos plantea qué feminismo estamos construyendo y para qué nos está sirviendo este feminismo, porque si no nos sirve para posicionarnos frente a la masacre de nuestros hermanos, así como lo hacemos frente a los feminicidios de nuestras hermanas, entonces es un feminismo que para la lucha de los pueblos no es útil.
Así como el feminismo, muchos académicos de izquierda como Raquel Gutiérrez han dicho que esto no era un golpe de estado. Que el Evo había caído por su propio peso, como lo dijo Rita Segato. Entonces, cómo la academia te genera tanta soberbia, cómo la teoría te cosifica a tal punto que no puedes sentir lo que está pasando.
Yo creo que ahí hay que hacer una fuerte crítica a los teóricos por la irresponsabilidad que tienen porque hay mucha gente que los lee. En este mundo colonial que hemos construido mucha gente en lugar de mirar su cuerpo, va a buscar su cuerpo a los libros. Va a buscar las opresiones que vive, porque todos vivimos opresiones de clase, todos estamos empobrecidos o jodidos, y las personas van a buscar a esas personas que han hecho un camino en la teoría. Y hay una irresponsabilidad terrible en ese sector.
Eso yo creo que ha generado grandes rupturas dentro de las organizaciones feministas aquí en Bolivia, que tendremos que hacer un camino para re articularnos, pero también una gran frustración frente a la academia, el feminismo, la izquierda, porque son incapaces de posicionarse, de dolerse, pero también de realizar acciones concretas.
Tejer resistencia en la pandemia
Nosotras hemos creído importante dimensionar hasta qué punto puede llegar nuestra resistencia feminista. Quisiéramos sacar a la Jeanine Añez, al otro día, pero no podemos. Necesitábamos de otras organizaciones. Entonces hemos coordinado con otras hermanas de Argentina y de otros países, la “Comisión feminista plurinacional” que ha llegado a Bolivia el 6 de marzo, ha estado hasta el 9 de marzo, y hemos visto que lo que podíamos hacer era recabar estas denuncias, documentarlas, escribirlas. Constituirnos en una instancia de denuncia porque aquí no hay. No dejan que haya derechos humanos y no dejan que actúe derechos humanos. Hay un cerco mediático. Tenemos estas denuncias como memoria para hacer denuncia internacional. Debe haber un juicio de responsabilidades porque nosotras como feministas no podemos vivir con la impunidad sobre esta masacre y la persecución que hasta ahora continúa.
En medio de todo eso, como continuidad de este golpe de estado, se da la pandemia. Les debe pasar lo mismo a las hermanas de Chile y en el Paraguay. Es lo mejor que les podía pasar a los gobiernos fascistas. Ahora sí, nos tienen desarticulados en este confinamiento.
Las políticas de este gobierno de facto frente a la pandemia han sido militarización, represión y persecución. En vez de preocuparse por las personas con coronavirus, se encargan de hacer patrullaje por las redes, y detener a quienes supuestamente difunden información falsa. Pero en realidad detienen a dirigentes del MAS, activistas sociales, o a quienes denuncian el golpe de estado. Tenemos hermanas y hermanos presos políticos en las cárceles. Hay un hermano enfermero detenido en un sector de castigo desde el golpe de estado, por haber curado las heridas de quienes habían sido masacrados en Sinkata. Tenemos hermanas como Patricia Hermosa que fue detenida siendo embarazada, y tuvo un aborto dentro de la cárcel.
Frente a eso, en medio de la pandemia, no hay posibilidades de detenciones domiciliarias para quienes están hace años en la cárcel (para quienes la merezca, no como en el caso de Argentina).
No hay política de salud del gobierno, son políticas de represión.
Si ellos son capaces de matar, no les va a importar que nosotros nos muramos del virus, porque el virus va a afectar a los sectores empobrecidos, a las personas adultas mayores, entonces no creemos que vayan a hacer mucho.
No creemos que hagan mucho más que seguir con sus políticas de represión. Con eso tienen que ver los carteles que hay detrás de mí. Con que abran las fronteras porque tenemos 200 hermanas y hermanos bolivianos intentando entrar por la frontera de Chile y el gobierno no les permite entrar.
La militarización es una continuidad del golpe de estado, pero también es una política de todos los estados, para no mostrar sus debilidades en el sistema de salud. Porque nunca han tenido un sistema de salud suficiente para la gente. Pero además la militarización tiene que ver con enfrentarnos con el otro. Las armas no te defienden del virus, pero te defienden del otro que es un ignorante.
Nos quitan la capacidad de dialogar, de negociar, de reencontrarnos o por último de pelearnos. Por eso la resistencia principal frente a la pandemia son las redes comunitarias y la memoria política
¿Cuáles serían los principales ejes para pasar del estado plurinacional a la comunidad como forma de organización política?
Aunque parezca muy ingenuo está el hecho de que nosotras pensábamos que se podía construir un gobierno distinto desde las organizaciones sociales. Muchos de nuestros hermanos y hermanas, la Secretaria de las trabajadoras del hogar, ha sido la primera Ministra de Justicia en el estado plurinacional.
Quién mejor que alguien que conoce la injusticia de este sistema para responder a las mujeres y a las comunidades indígenas. Hemos intentado esto, pero ingenuamente digo, porque el estado había sido una estructura patriarcal, colonial, burguesa, capitalista y es muy difícil hacer las transformaciones desde adentro.
No podemos negar que en estos 13 años del MAS se han logrado hacer cosas dentro del estado y fundamentalmente dentro de las organizaciones. Entonces cómo pasar del estado plurinacional a la comunidad, no sé exactamente, pero nuestra experiencia nos ha servido para empezar a acabar con el estado nacional.
Acabar con el nacionalismo que es la base del racismo. Cuestionar la economía nacionalista, porque también se utiliza el nacionalismo para darle plata a los empresarios
Acabar con el nacionalismo ha sido fundamental para pensar la comunidad. Y desde ahí pensar la constitución y la autonomía de los pueblos, guaraní, aymara, quechua, en determinados territorios.
Acabar con el estado nacional y con la estructura que está en sus constituciones, en sus modelos económicos, etc.
Por lo menos discursivamente, porque es un inicio para hacerlo materialmente.
Y un segundo paso está en la restitución de los territorios, la memoria larga, la decisión de vivir en comunidad que pasa fundamentalmente por la determinación y la auto organización. Es fácil dejarle todo al estado. Tenemos que sentarnos y ponernos de acuerdo: ¿cómo hacemos justicia entre nosotros?
¿Qué podemos hacer desde nuestros territorios para apoyar el proceso de Bolivia?
Yo creo que lo fundamental como feministas y que no nos ha pasado a nosotras en estos años, es compartir la memoria de resistencia que tenemos como pueblo. Nos decían muchas hermanas en Venezuela y en Colombia, que todo este accionar paramilitar, que de un día para a otro vos ves a tu vecino subido a una moto, con chaleco antibalas y con una ametralladora, es terrible. Esto ha pasado en Venezuela y en Colombia.
Compartir estas experiencias de resistencia, de cómo se manifiesta el sistema para controlar los barrios, para generar miedo, creo que es una urgencia dentro del feminismo. Porque esto se está extendiendo en todos los territorios
Entonces yo creo, que si hubiéramos tenido más comunicación con las hermanas de Colombia y Venezuela, hubiéramos estado más preparadas para este golpe al pueblo y a las organizaciones.
Otra cosa fundamental es compartir la memoria de resistencia frente a las dictaduras, porque en los primeros días fue imposible entenderlo, y los otros días fue imposible movernos. Aunque nosotras decimos que como mujeres indígenas no sufrimos depresión, que eso es una cuestión del sistema, de clase y económica, nos era imposible movilizarnos. Despertarnos frente a lo que nos había pasado.
Entonces: ¿cómo se sale?, ¿cómo se sigue viviendo en medio de una dictadura? Yo creo que esa es una memoria importante de las hermanas en Chile, Argentina, Honduras, que tenesmo que compartirnos para seguir resistiendo. Y en el caso específico de Bolivia, que nos ayuden a romper el cerco mediático.
Que nos ayudemos entre todas a conservar la memoria frente a esta pandemia que va a pretender borrarla.
Que no nos olvidemos de los hermanos y hermanas asesinados en Colombia, de la cantidad de personas que perdieron un ojo en Chile, Piñera es responsable!
¿Cuál fue el proceso del golpe en relación al gobierno de Evo?
Hay muchas preguntas sobre qué cosas durante estos trece años han favorecido a este golpe de estado. Primero que yo creo que el golpe de estado se estuvo preparando desde el mismo día en que vencimos en la masacre del gas. Desde que el Evo ganó las elecciones luego de expulsar al gringo.
Y el Evo asumió con una lista de diez puntos de cosas a garantizar: asamblea constituyente, nacionalización de los hidrocarburos, distribución de la riqueza, la plata de los hidrocarburos a las universidades, queremos que nuestras guaguas estudien. Le dimos una lista con mandatos a cumplir. Muchas de las cuales se cumplieron por ejemplo el presupuesto de los hidrocarburos (que se nacionalizaron) asignado a las universidades.
Ahí está nuestra irresponsabilidad también de no haber hecho control de las universidades, que se convirtieron en fábricas de desclasamiento, de racismo.
Son irreconocibles las guaguas que hemos metido en la universidad a estudiar. Nuestras hijas y nuestros hijos son los que han salido a marchar, a golpear y patear indios en el 2008 y el 2019
Entonces, hay cosas que se cumplieron y cosas que no.
Si bien el golpe se alistaba desde el principio, una de las cosas fundamentales que no se ha transformado y que ha dado condiciones para el golpe, es que no se ha atentado contra los intereses, contra los bienes y los negocios de estos terratenientes.
Nunca se han revertido sus tierras, no se tocaron sus intereses. Se ha impulsado y dado condiciones para los negocios de los grandes empresarios. Pero también hay que ver ahí que habían ya, por ejemplo, contratos de explotación minera por cien años firmados por otros gobiernos. El estado perdía un montón de recursos, pero finalmente no hubo la voluntad política de tocar a los grandes empresarios.
Ahora, los gobiernos gobiernan también para los ricos. Ese es el problema del estado.
Y es el problema de los gobiernos que vienen incluso de las organizaciones sociales: que tienen que gobernar para todos. Entonces hay que reinventarse otra forma porque resulta que desde el estado no es posible acabar con la riqueza, y menos entonces, con la pobreza
Pero muchas críticas que se hacen al Evo es por el extractivismo, las hidroeléctricas que se iban a instalar pero que no se instalaron… Evidentemente, no se acabó con las políticas extractivistas, pero no podemos negar que hubieron otras condiciones. Porque si hubiera sido un gobierno neoliberal, para qué lo sacaron?. Podrían haber dejado al Evo y hubieran estado en las mejores condiciones ellos. No tenía sentido sacarlo si estaban tan bien con él.
Respecto a la rearticulación con el feminismo autónomo de Mujeres Creando:
Yo creo que lo que ha pasado en Bolivia nos plantea un parte aguas, una discusión en el Abya Yala, no solamente en Bolivia. Hay que hacer una discusión frente a un feminismo racista, colonialista, que es de la academia, de la teoría. Que solamente está ahí secuestrado en las universidades, en la producción de libros, pero que no está en la calle, en la comunidad. No está en la discusión, no lo siente, no siente el patriarcado en el cuerpo, es un feminismo que no nos alcanza.