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El virus que profundizó la precarización laboral y social de las mujeres

Por primera vez en la historia una emergencia se atiende desde el estado con la particularidad que los géneros y diversidades presentan. Pese a esto, el aislamiento social profundiza la precariedad laboral estructural de este segmento. El “enemigo invisible” trae más dudas que certezas, y en ese mar de incertidumbres una sola certeza común: de esta nadie se salva solx.

Por Carina Ambrogi

Eliana al teléfono suena asustada. Me pide que la ayude a difundir las clases que dicta porque se siente “abrumada”. Ella y sus dos hijos viven de sesiones terapéuticas y clases de danza en una antigua casa céntrica que alquila con ese fin. Termina de surfear enero y febrero con la dificultad que supondría hacerlo con una tabla repleta de agujeros. En esos meses las personas abandonan sus rutinas anuales, y con ellas sus talleres. Comenzó marzo y la segunda semana de clases se decretó la cancelación de clases en el nivel inicial y primario por la situación sanitaria relativa a la propagación del coronavirus COVID-19. Se instó además a que todas las personas que puedan permanecer en sus hogares, lo hagan. El aislamiento forzoso terminó con el trabajo de Eliana, que intentó mutarlo a la modalidad Online sin demasiadas adhesiones.

Las mujeres en el país en situación de precariedad laboral son mayoría. Según un relavamiento realizado por lxs economistas Samantha Horwitz e Ignacio López Mieres, la desocupación en las mujeres es un 24% más alta que en los hombres. Los números de la desigualdad subieron al ritmo del avance de las políticas neoliberales. Entre 2016 y 2018 cuando se destruyeron 42.536 puestos de trabajo registrados, las mujeres perdían 62.040 puestos laborales. Cuatro años de gestión de CEOS dejaron una marca a fuego, como la que seguro nos quedará después de la pandemia. Hoy quien tiene un empleo teme perderlo.

Marcela, a diferencia de Eliana tiene un empleo en blanco. Trabaja en un hipermercado desde hace muchos años, tiene tres hijxs, y ni se le ocurrió pedir la licencia por tareas de cuidado. Hace una semana que la posibilidad de pedir licencia para atender a lxs ninxs en edad escolar rige en el país, tanto para empleadxs públicos como privados, pero el temor a perder el sustento familiar es más fuerte que el miedo a contraer la enfermedad. Marcela hoy fue a trabajar. “En el supermercado somos mayoría mujeres, si nos tomamos licencia se quedan sin personal”, justificó.

Apenas se anunció la cancelación de las clases, el Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad de la Nación comunicó un decreto que justifica la inasistencia en forma igualitaria entre lxs progenitorxs o personas adultas a cargo de niñxs sin reducción de haberes. La posibilidad de que sea para ambos progenitores intenta reducir las desigualdades en la distribución de las tareas de cuidado y promover estándares más justos.

Según una encuesta realizada por La Marea noticias esta semana, la cuarentena profundizó la precariedad laboral y la distribución equitativa del cuidado. De 92 entrevistadas 4 de cada diez dijeron no tener un trabajo estable, y el 51,6% no estar en relación de dependencia. Del total de las entrevistadas el 54, 9% manifestó haber sentido afectado su trabajo por la situación de aislamiento. Es decir la situación de aislamiento afectó también a quienes trabajan en relación de dependencia.

Las dificultades son variadas, una de las entrevistadas con trabajo estable en relación de dependencia manifestó no haber podido atender casos de abuso en niñez y/o violencia en lugar de escucha adecuado. Una trabajadora del plantel permanente de la Universidad Nacional de Río Cuarto dijo haberse visto afectada porque las autoridades demoraron en definir que los docentes podían realizar las tareas desde el hogar. Otra que el trabajar en casa en compañía de lxs hijxs no le resultaba posible.

Pero las realidades más angustiantes quedan expuestas en las respuestas de las personas del mercado laboral informal. La suspensión de eventos públicos afectó a feriantes porque perdieron el espacio de contacto con clientes, y a las artistas porque el escenario es su espacio de trabajo: “vivo de actuar en los escenarios. Todo suspendido. Ninguna contención. Ningún apoyo”.

La imposibilidad de desplazarse afectó a quienes realizan emprendimientos con reparto personalizado, y a quienes buscan “changas” en la calle la posibilidad de encontrar ese trabajito que salva el día: “Se frena el trabajo. Si no trabajo no cobro, si no cobro no como”. Una de las entrevistadas, mayor de edad y con trabajo estable, dijo que pese a ser población de riesgo tenía que ir a trabajar: “si me la tomo me descuentan los días”.

Con algunas respuestas nos preguntamos porque hicimos la encuesta anónima, ahora no hay a donde llamar para poder ayudar: “Trabajo en ventas independiente y afecta el bolcillo para pagar deudas. Tengo 62 años soy jubilada con la mínima y no llego a pagar los tarifasos que se provocaron hace un año!”. “Sigo llendo al trabajo. Tengo mucho miedo . estoy en un parque y a la hora de la tarde esta colapsado de personas y niños. Yo por mi parte tengo un niño de 8 años y mi marido muy mayor … TENGO MIEDO”.

El virus que provino de un país comunista contagió de necesidad de estados de bienestar hasta a los países más capitalistas del mundo. Claro está, hay excepciones como el gobierno del Brasileño Bolsonaro, que son indescriptibles. Que la salud y el bienestar general deben ser garantizados por un estado, parece ser la idea común que ahora comparten hasta los más liberales.

En Argentina, que hasta hace pocos meses el Ministerio de Salud era Secretaría, nadie problematiza que se destinen millones a la compra de equipamiento para alistar los bulímicos centros de investigación con que todavía contamos. Tampoco nadie se queja de que se aumenten las asignaciones y hasta piden que el gobierno financie el regreso de los turistas varados en el exterior.

El virus que dejó en evidencia las grietas estructurales respecto del acceso a derechos de hombres, mujeres y disidencias, llegó con un contexto histórico inédito en el país. Por primera vez el estado atiende las cuestiones de género con las particularidades que este sector necesita. Licencias para las tareas de cuidado remuneradas, ampliación de las AUH, subsidios para travestis y trans, y ampliación de las líneas de atención para violencia de género, son algunas de las medidas que se imparten desde el Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad y contagian a los flamantes ministerios y dependencias provinciales y municipales.

Dora Barrancos, la prestigiosa historiadora reconocida entre otros por el estudio de los feminismos, confirma para este medio que si, por primera vez el estado mira con perspectiva de géneros. “Es la primera vez en la historia que el estado atiende en su especificidad al arco de la diversidad sexo-social de manera absolutamente singularizada”, responde. Esta conquista como señalan las voces en las calles, es el resultado de la demanda pública y colectiva que conquistó el espacio social para ganar después lugares en el estado.

“Esto es gracias a la agencia de las personas. Todos los derechos conquistados fueron gracias a la movilización de la militancia que hicieron las personas en el variadísimo arco de la diversidad. Eso ha empujado una mayor sensibilidad y la nueva gobernanza está especialmente sensibilizada. Hay mucha actuación de personas movilizadas que han apoyado el partido que hoy gobierna, pero además, porque habemos muchas personas con posibilidad de cargos en funciones que tenemos altísima adhesión sincera a las causas de todas estas personas”, analizó la historiadora, hoy asesora ad honorem del gobierno nacional.

¿Cuántas personas se verán afectadas por la pandemia viral?. ¿Cuántas por el recrudecimiento de las desigualdades estructurales?. ¿Habrá sido demasiado el tiempo que demoramos en tomar la medida de abandonar los gobiernos que no nos cuidan?. ¿El día después seremos igual de solidarios respecto del rol del estado?. El “enemigo invisible”, como lo llamó el Presidente Alberto Fernández, trae más dudas que certezas, y en ese mar de incertidumbres una sola afirmación: de esta nadie se salva solx.

 

 

 

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