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«La idea del amor romántico no nos permite ver las primeras señales del maltrato»

La española Marina Marroquí es educadora social y en su ponencia en «Gestionando hijos» brinda pautas para educar a les hijes en la igualdad y prevenir la violencia de género.

Por María Dotor para Levante. El Mercantil Valenciano

Marina Marroquí es educadora social y dedica gran parte de su actividad a impartir talleres de prevención y detección precoz de la violencia de género en adolescentes en colegios e institutos. Talleres que ya han realizado más de 45.000 alumnos de toda España. Además, es la autora del libro «Eso no es amor».

Una de cada tres adolescentes sufre violencia de género en nuestro país. Es un dato estremecedor que obliga, en primer lugar, a estar muy alerta.

Sí, existen señales que nos pueden ayudar a detectar que nuestra hija está sufriendo violencia de género, lo que nos permitirá ayudarla antes de que sea demasiado tarde. Es importante que no solo madres y padres sepan detectar estas señales, también las adolescentes, para que cuando vivan determinadas situaciones sepan ponerles nombre y salir corriendo. Cosa que actualmente no ocurre.

La idea del amor romántico es muy peligrosa, ya que a las mujeres no nos permite ver las primeras señales del maltrato cuando aún no tienes la autoestima tan sumamente debilitada como para poder salir de ahí. Yo sufrí violencia de género de los 15 a los 18 años y por desgracia nunca me he ido de ningún taller sin que una adolescente me cuente que está sufriendo lo que yo viví a su edad.

Dice que esta generación tiene el enorme reto de ser igualitaria. ¿Por qué cree que tienen tanto éxito entre los jóvenes bestsellers como «Crepúsculo» o «Cincuenta sombras de Grey», que invitan a las chicas a renunciar a todo en favor de un chico que ya les ha dicho que les va a hacer daño y que, de hecho, cumple su amenaza?

Es uno de los grandes peligros de esta generación. Mientras que en las aulas la educación afectivo-sexual y la materia de igualdad se ha quedado totalmente desfasada, este machismo educa a ellas en «Cincuenta sombras de Grey» o «Crepúsculo» y a ellos en la pornografía más denigrante y agresiva. A nivel de relaciones emocionales es una bomba de relojería que estamos empezando a pagar. La Manada, de hecho, es solo un grupo de chicos educados en esa pornografía agresiva y dominante, y se creen que eso es sexo, y lo peor es que muchas chicas también se educan en esa sumisión. Por eso es urgente que en las aulas entre una educación afectivo-sexual real, adecuada a los tiempos que corren, no vale con enseñar cómo se pone un preservativo.

Madres y padres tienen en su mano la mayor herramienta para acabar con la violencia de género: la educación. ¿La saben utilizar?

Es cierto que actualmente nadie está preparado para afrontar la violencia de género, ni sociedad, ni familias, ni las propias víctimas. Únicamente se encienden las alarmas cuando ya es muy tarde, en muchas ocasiones cuando ya ha aparecido la violencia física y la mujer corre un peligro extremo. Por eso, gran parte de mi trabajo se centra en la detección precoz: necesitamos crear herramientas para poder detectar la violencia de género en los primeros meses de relación y que la mujer pueda huir cuando las secuelas aún no son graves y no tenga que vivir con miedo y pesadillas gran parte de su vida.

Por ello, una educación igualitaria es básica para que las nuevas generaciones puedan desterrar esta lacra, educar en un amor que hace feliz, desmitificar los «quién bien te quiere, te hará llorar» o «el amor vale la pena». No, el amor vale la alegría, y si no, no es amor. Es importante educar en que el amor son risas compartidas, es felicidad y que no todo se perdona por amor.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a establecer relaciones sanas y no tóxicas? ¿Cuáles serían los mensajes clave?

Como he dicho, creo que en primer lugar hay que volver a plantar las bases de relaciones sanas porque actualmente lo que el machismo vende como relaciones sentimentales son relaciones tóxicas. En el libro dedico un tema precisamente a eso, a dar herramientas de detección precoz de la violencia de género, una relación sana es en la que le gustas tal y como eres, no intenta cambiarte, ni te aleja y critica a tu familia o amigos, ni te intenta alejar de ellos. Al final es muy sencillo: es una relación que te hace feliz, por la que no tienes que sacrificar quién eres, no tienes que estar justificándote todo el tiempo o dando explicaciones para que no se enfade. Si vas de puntillas en la relación para evitar que se enfade, es una mala relación.

Habla de su propia experiencia como superviviente de la violencia machista. ¿Cómo reciben los adolescentes ese testimonio?

Durante todo el taller mantengo un rol muy dominante, con mucho sentido del humor y una personalidad muy fuerte (bueno, la mía). Cuando al final del taller les digo que me definan en una palabra, las respuestas suelen ser: fuerte, valiente y extrovertida. Entonces, de repente, les cuento cómo me maltrataron, me pegaron, me violaron, me humillaron, me cortaron, me quemaron.

El silencio que se hace es brutal. Rompe con los estereotipos que ellos tenían de la violencia de género o de una mujer maltratada y creo que eso es muy importante, que vean que todas las mujeres podemos ser víctimas, por muy fuertes que parezcamos. Porque el maltrato te anula, te borra la autoestima.

 

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