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Feminismo comunitario antipatriarcal (Bolivia): Willka Kuti, fiesta del tiempo, nuestro tiempo.

El Willka Kuti, Inti Raymi, Machaq Mara, Yasi Tata Guazú, We Tripantu, Arete Guazú, llamado también año nuevo andino amazónico, aymara, quechua, mapuche, guaraní y del chaco, es una fiesta del tiempo, se saluda, se agradece un nuevo ciclo, un nuevo año, el 5.527 en el conteo del tiempo occidental, una fiesta para agradecer al sol, recibir sus primeros rayos y llenarnos de su energía y fuerza para este ciclo. Desde este territorio llamado hoy Bolivia, se festeja además que la ONU ha reconocido el 21 de junio como día internacional del solsticio, o sea que festejamos además que una institución colonial, imperialista, racista, cómplice de la eliminación de los pueblos y de los bloqueos económicos a los procesos revolucionarios, reconozca una fiesta que celebramos ancestralmente sin su permiso, sin necesidad sin su reconocimiento. Y como la memoria no es puro cuento, recordamos que el 2005 Carlos Mesa, presidente de Bolivia, cómplice del Gringo Goni, co autor del genocidio en la masacre del gas, promulgó una Ley para declarar el Año Nuevo Aymara patrimonio intangible, histórico y cultural de Bolivia. Desde el 2009 el 21 de junio fue decretado feriado nacional por Evo Morales, para celebrar el año nuevo andino amazónico y del chaco, con celebraciones en 230 lugares “sagrados” del país.

Más allá de las leyes celebramos la fiesta del tiempo, solo que con ellas tenemos que además resistir a la invasión de los turistas, a la destrucción de apachetas, apus, lugares de ceremonia, y a la mercantilización de la ritualidad y la cosmovisión. Para nosotras feministas comunitarias antipatriarcales, es una fiesta política, es la descolonización del tiempo, es el encuentro con la pacha, el inti, la phaxsi, los apus y las apachetas, es la fiesta para agradecer a la lluvia y saludar al viento, para organizar un nuevo ciclo de trabajo con la tierra, para nosotras otro tiempo de encontrarnos, escucharnos, creernos, seguir luchando y denunciando, soñando y haciendo camino.

La fiesta, la ceremonia, la espiritualidad no se vende

La fiesta del sol, en realidad la fiesta del tiempo donde el sol es solo una parte, marca el fin del tiempo de lluvia, de la época húmeda y el inicio de la época seca, donde hay que preparar la tierra, rotar la siembra, y organizar mejor el trabajo. Todo este significado simbólico, material, espiritual, cotidiano, no se vende. Pero las lógicas capitalistas tratan de convertir todo en un producto y generar su consumo, rutas turísticas que cobran por pisar lugares validados por la arqueología occidental y te garantizan foto con las indígenas con los rayos del sol de fondo, ceremonias casi religiosas, alcohol, maestros saumadores, guías espirituales de “viajes” con plantas ancestrales, viajes carísimos por supuesto, chamanes, maestros, iniciadores, taitas, curanderos acosadores, violadores, que lucran y hacen ejercicio de poder sobre los cuerpos; patriarcado, consumo, mercantilización y violencia, encubierta en saberes y “ceremonias” ancestrales.
Descolonizar el tiempo, vivir nuestro tiempo
El tiempo no es lineal, celebrar el Mara T´aqa Machaq Mara, el cambio de tiempo, el otro ciclo es resistirnos a caminar en el tiempo lineal, capitalista que ha colonizado nuestras vidas y nuestros cuerpos, es resistirnos a vivir la angustia de los meses que pasan y el tiempo que se acaba para ser lo que el sistema patriarcal necesita que seamos. No se trata de que el tiempo no alcanza, se trata de que los “horizontes” ideales capitalistas coloniales, aspiraciones burguesas y de blanqueamiento que nos impone el sistema no son alcanzables para nuestros pueblos, lo serían si someteríamos a otros pueblos como lo hace el mundo moderno y desarrollado con nosotras, pero ancestralmente nos hemos negado a hacerlo.
El tiempo occidental, eurocéntrico (tiempo igual a dinero) es capitalista, individualista y está desarticulado de todo, es solo tiempo y entonces no existe, nuestro tiempo camina con la tierra, con los movimientos del sol y la luna, con las épocas para sembrar y cosechar, es un tiempo que camina con la vida, con lo que comemos, con el trabajo, con lo que sentimos, y ese caminar no es individual, no podemos controlarlo ni someterlo, nuestro caminar, nuestro tiempo es comunitario y podemos organizarlo y vivirlo.
Un sol que no es dios ni padre, ni esposo
Celebramos este otro tiempo, ch´allamos, hacemos fuego, nos encontramos, hablamos, agradecemos, extendemos nuestras manos al sol, y asumimos también la responsabilidad política de cuestionar nuestra propia cosmovisión que ha sido atravesada por el patriarcado y la iglesia, asumimos este tiempo para acuerparnos, para sanar, para compartir juntas las energías de nuestras abuelas, no como un día más para celebrar una fiesta que la quieren hacer casi religiosa, falocéntrica, con un solo “dios” al que le pagas y quien te castiga, o te da según cuánto le has pagado. El sol no es dios, ni padre, ni esposo, el sol es parte de la pacha, de la red de la vida como dicen las hermanas sanadoras ancestrales del feminismo comunitario en Iximulew, no es el centro, es solo una parte, tan importante como las otras.[1]
Pacha Phunchhawi, Warmi pacha kuti.
Fuente: Feminismo Comunitario Antipatriarcal, Qollasuyu
[1]El entronque patriarcal desde el feminismo comunitario, es el encuentro del patriarcado ancestral originario con el patriarcado colonial y sus complicidades para continuar la explotación y opresión de las mujeres. Sobre el patriarcado ancestral originario, entendemos que se va constituyendo con la organización inca, con la imposición de un dios, el sol (Feminismo Comunitario Antipatriarcal)
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