Por: Carina Ambrogi
El 90 por ciento de las mujeres que participan en política en la ciudad de Río Cuarto sufrieron algún tipo de violencia en ese ámbito. Casi la totalidad de las entrevistadas escucho en actividades políticas bromas sobre “las mujeres”, a modo de chiste o ridiculizando su desempeño, 7 de cada 10 lo escucharon “muchas veces” y 8 de dada 10 lo sufrieron personalmente. El 76% se sintió incómoda con comentarios sexuales, y el 72% lo recibió por parte de un militante. 9 de cada 10 manifestaron inequidad en el desempeño de las funciones respecto de las actividades que realizan varones y mujeres y 4 de cada 10 sintieron contacto físico no deseado. Cifras que demuestran que la violencia de género en política es la norma, no la excepción.
Los resultados surgen de una encuesta que realizó La Marea Noticias en la ciudad a 25 mujeres que se desempeñan en el ámbito de la política, tanto en espacios dentro del Estado (universidad y municipio) como en estructuras partidarias y sindicales. El instrumento utilizado es proporcionado por el Observatorio de violencia contra la mujer en política “Julieta Lanteri”. El mismo se utilizó para realizar la Primera Encuesta Nacional de mujeres en política, que derivó en el trabajo publicado bajo el nombre “No son las reglas, es violencia”, y tiene como objetivo medir las percepciones de las mujeres que se desempeñan en este ámbito. Para determinar cuáles son los modos en que se transitan las relaciones en estos espacios, la encuesta contempla preguntas que permiten analizar patrones relacionados a las violencias de género que se incluyen en las leyes nacionales: violencia política, simbólica, económica y física.
Para el análisis en Río Cuarto se contó con el asesoramiento de Agustina Gradin, quien junto a Karina Lummato dirigieron el trabajo a nivel nacional. Los contundentes datos reflejan que al igual que en el país, en la ciudad la violencia simbólica y psicológica es la más recurrente, y se reproduce en este espacio los estereotipos y construcciones machistas de una sociedad fuertemente patriarcal.
El 96 por ciento de las entrevistadas percibió un menosprecio por la presencia de las mujeres en este ámbito, y 8 de cada 10 lo sufrieron en carne propia. Casi la totalidad de las entrevistadas escucho en actividades políticas bromas sobre “las mujeres”, a modo de chiste o ridiculizando su desempeño en alguna tarea política, 7 de cada 10 lo escucharon “muchas veces” y 8 de cada 10 lo sufrieron personalmente. 8 de cada 10 mujeres recibieron bromas sobre su aspecto, formas de vestir o personalidad y el lugar en que mayormente se produjeron todas estas situaciones fue en actividades políticas y por parte de pares que trabajan estos espacios.
El 84% dijo haber recibido comentarios como “estas nerviosa”, “estás loca”, “sos muy sensible”, “sos muy subjetiva en tu análisis”, y una de cada dos lo vivió “muchas veces”, la mayoría en una reunión política y de parte un par. Respecto de agresiones verbales más fuertes el 76% respondió haber escuchado comentarios como “mejor que se vayan a lavar los platos”, “Es una bruja”, “Es una puta” o “no sirven para hacer política”.
Sobre los agravios verbales además de los señalados, que formaban parte de las opciones de la encuesta, las entrevistadas señalaron haber recibido insultos y descalificaciones como: «Vos estas ahí porque tenes una cara bonita», deslegitimización de las opiniones, ridiculización y subestimación de posicionamientos, injurias, insultos o epítetos referidos a la feminidad.
Estos altísimos indicadores reflejan una clara reproducción de estereotipos machistas vinculados al desprestigio y desvalorización de la mujer en estos espacios, lo que analizado de manera cualitativa a nivel nacional demostró que las mujeres que logran pasar el “techo de cristal”, lo hacen asumiendo estereotipos masculinos, es decir “jugando el mismo juego”.
“La forma de construir estereotipo sobre la participación y la forma de hacer política por parte las mujeres terminan reproduciendo las formas legitimadas que son las que reproducen el rol del hombre. En el trabajo cualitativo salió que la mujer debía masculinizar su forma de liderazgo, los resultados de la encuesta en Río Cuarto son una expresión de eso”, señaló para La Marea Agustina Grandin.
Respecto de los indicadores de acoso sexual la ciudad mostró resultados más elevados que la encuesta nacional, el 76% de las entrevistadas refirió haberse sentido incómoda con comentarios sexuales en ámbitos políticos, y el 72% lo recibió por parte de un militante.
Cabe señalar que las violencias simbólicas, económicas y psicológicas son las más difíciles de demostrar y de denunciar, y no están tipificadas en la ley nacional como delito, la violencia física o acoso sexual sí, y la nueva modificación aprobada recientemente en Senadores prevé incorporar a la política como un ámbito específico.
Por el momento del total de las entrevistadas sólo una realizó una denuncia penal por de las agresiones recibidas, y el 76% manifestó desconocer si existe algún protocolo de acción o herramienta para intervenir en algunas de estas situaciones. La mayoría reconoció que no se sancionó al agresor, lo que demuestra que la violencia esta naturalizada y/o por el momento los mecanismos resultan ineficientes para su aplicación.
Respecto de la posibilidad de equidad en el desempeño de las funciones el 92% de las entrevistadas refirió haber sentido diferencias entre las tareas políticas que desarrollan los hombres y las mujeres. Puntualizando situaciones señalaron, por ejemplo, imposibilidad de definir cuestiones importantes, dificultad para acceder a cargos de jerarquía, “las mujeres organizan y los hombres se suben al escenario”, las propuestas de los hombres son más tenidas en cuenta, o que las tareas en el territorio son delegadas a las mujeres y las de discusiones políticas a los varones.
Sobre el uso de la palabra el 88% percibió que sus compañeros varones «toman» la palabra más que las mujeres en los ámbitos políticos, y ante la pregunta de si sintieron que sus opiniones no eran tenidas en cuenta el 76% respondió que sí.
Sobre violencia física 4 de cada 10 sintieron contacto físico no deseado en el ámbito político y 3 de cada 10 tuvo miedo de ser atacada físicamente en este espacio.
La Cámara de Diputados de Córdoba sancionó en el año 2000 la ley de cupo femenino, que establece que el 50 por ciento de los cargos electivos debe ser ocupado por mujeres, sin embargo la presencia de la mujer en los espacios políticos en Río Cuarto sigue siendo en los escalones más bajos de poder, o bien en los que la ley obliga a que estén. De todas las entrevistadas ninguna formaba parte del poder Ejecutivo Municipal, una sola respuesta fue afirmativa, y la entrevistada se desempeña en una estructura Sindical.
Llama la atención que las mujeres sean aptas para desempeñar tareas como militantes de base, asesoras o Concejalas, pero ninguna posea aptitudes para disputar los espacios de poder de las esferas más importantes.
La ciudad con 233 años de vida no contó nunca con una candidata a intendenta mujer, y la conformación actual del gabinete tiene en las 3 Secretarías a varones, y de las 3 Subsecretarías restantes sólo una es ocupada por una mujer, casualmente la atribuida al estereotipo del rol femenino, la Subsecretaría de Género, Niñez, Adolescencia y Familia.
Según analiza el informa realizado a nivel nacional, en un país en el que las mujeres representan el 53% de la población, la imposibilidad de acceder de manera equitativa y libre de violencia el ejercicio democrático de la actividad política evidencia una clara deuda de la democracia, tanto a nivel nacional como local. Estas situaciones hacen que las mujeres se aparten de a poco de las estructuras políticas, lo que juega a favor de la despolitización de las mismas.
Para finalizar el estudio, la encuesta abre un espacio para que las mujeres puedan sugerir que tipo de medidas que suponen como efectivas para terminar con la violencia en los ámbitos políticos, y en su mayoría reclaman herramientas legales para castigarlos. En acuerdo con las corrientes feministas “no punitivistas”, y entendiendo que estas desigualdades forman parte de una construcción social fuertemente arraigada por la educación primaria de las personas, resulta importante evaluar, además del castigo, que tipo de discusiones de fondo están dispuestas a dar estos espacios de construcción tan necesarios para la vida democrática en sociedad.
Gracias por el apoyo para realizar el informe a Nerina Bertola, Pablo Callejón y Agustina Grandin.