Actualidad Violencias

Ya no callan, ni temen

Por Pablo Callejón, para Póster Central.

“Siempre trataba de minimizarte como persona para que termines pensando que él era lo único que podíamos tener y entonces, no podrías salir más» Agostina describió a su agresor con el perfil típico de un manipulador violento, con ínfulas de poder económico. El abogado y docente Marcelo Pérez tiene 35 años y es parte de una familia adinerada de General Cabrera. En la vuelta del perro de la ciudad de 10 mil habitantes se lo podía observar al mando de motos y automóviles de alta gama que utilizaba para ostentar una agitada vida social. Iba acompañado de chicas lindas y jóvenes, inmerso en rumores que nunca se formalizaban judicialmente. Pérez disfrutaba de la jactancia que ofrece la impunidad.

Cuando Agostina se lanzó del balcón del tercer piso del edificio en calle Moreno al 657, Peréz abandonó el lugar sin poder ser advertido por los vecinos que intentaban reanimar a la joven de 18 años. Agostina rogaba no quedarse dormida. Tenía miedo de no poder despertar. «Al intentar huir de los golpes, me encerré en la pieza y perdí el celular. No tenía cómo pedir ayuda y lamentablemente pensé que (Pérez) podía entrar y me lancé por la ventana. Las lesiones en la columna y los pies fueron por la caída. Antes, me había golpeado en la nariz y los ojos, lo que me hizo perder un poco el conocimiento», recordó Agostina en diálogo con Póster Central. El agresor fue detenido varias horas después, mientras caminaba por calle Santa Fe al 600, en Banda Norte. Estuvo en prisión poco más de un mes y la Cámara del Crimen confirmó su excarcelación bajo fianza.

Agostina hoy camina con la ayuda de sus amigas. Le debieron colocar una prótesis en la columna y perdió masa muscular. Los médicos le permitieron regresar a la Universidad y hacer “una vida normal, con muchos cuidados”. “No era la primera vez que era víctima de violencia de género pero nadie lo sabía. Lo mantenía oculto para que mi familia no se preocupara. Creía que podía controlarlo y en realidad, no», afirmó la joven que se convirtió en bandera lucha de las mujeres que decidieron marchar para exigir la detención de Pérez y una política creíble contra la violencia de género en la localidad.
La joven compartió su dramática experiencia con otras ex parejas del abogado y todas coincidieron en el manejo de violenta seducción que Pérez utilizaba para impedirles romper las relaciones. “Nos decía que no podíamos hacer nada, que él podría evitarlo con su influencia”, recordó en la entrevista radial, poco después de la liberación de su agresor.

El regreso de Pérez a General Cabrera resultó una provocación para quienes esperaban un gesto aliviador de la Justicia. El abogado volvió a transitar las calles del pueblo en autos lujosos, despreocupado de la creciente indignación social. En la noche del miércoles 10 de abril, una adolescente de 15 años se presentó junto a su mamá en la comisaría de General Cabrera y denunció que había sido abusada por Marcelo Pérez. La causa quedó en manos del fiscal Javier Di Santo, quien ordenó pericias y el testimonio de la víctima en Cámara Gesell. Si Pérez resulta imputado, podría volver a prisión y aguardar tras las rejas el juicio oral. La Ley 27352 señala que “será reprimido con reclusión de 6 meses a 4 años el que abusare sexualmente de una persona cuando ésta fuera menor de 13 años o cuando mediare violencia ó amenaza en una relación de dependencia…” Además, advierte que la pena será de “4 a 10 años cuando el abuso hubiere configurado un sometimiento sexual gravemente ultrajante para la víctima”.
Mientras la adolescente realizaba la denuncia penal, un grupo de personas golpearon al padre del abogado hasta dejarlo inconsciente frente a su vivienda. Habían ido en busca de Pérez, pero no lograron hallarlo. La Policía finalmente logró dispersar a los agresores y evitó un desenlace fatal.

En la noche del jueves, una multitudinaria marcha volvió a reclamar por Justicia. Cientos de personas pidieron la detención de Pérez y exigieron medidas para confrontar la violencia de género que ya había provocado el femicidio de Samantha Yoerg, golpeada salvajemente por su ex pareja, Emilio Cahuana. Samantha era militante del Ni una menos y madre de dos hijos. La hallaron con el rostro destrozado el 12 de octubre del 2016, a la vera de la ruta provincial E 90. Cahuana reconoció el hecho y fue condenado a perpetua. La familia de la joven mamá asesinada asumió el legado de lucha y encabezó las movilizaciones que conmovieron al pueblo.

“Fue muy fuerte ver a gente que no me conoce pedir Justicia. Comprobar que en las marchas relacionaban el nombre (de Pérez) con el de un golpeador. Es importante que las chicas busquen refugio en la familia y amigos. Siempre habrá alguien para acompañarlas, recuerden que ya no están solas». Agostina sobrevivió para contarlo. Es el testimonio que logró superar mucho más que la caída libre desde el balcón de un tercer piso. Pérez ya no podrá ocultarse bajo el malicioso status que alguna vez le garantizó una vida acomodada. Las víctimas saben, como advirtió Agostina, que no están solas. Esperan pacientes encontrar al agresor en el banquillo de los acusados. Una necesaria reparación de Justicia para las que ya no callan, ni temen.

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