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La problemática silenciada de los hombres.

Autor: Jorge Sánchez Armas, para Juventud Revelde.

Un hombre llega a casa adolorido sin poder demostrarlo y espera su recompensa por cumplir fielmente con el rol asignado de llenar la mesa. Solo anhela algo de paz, ser bien servido y recibir cariño, y no entiende que su pareja lo espere con otras demandas porque también fue dura su jornada, más el peso arbitrario del trabajo doméstico, y aspira a ser remunerada con amor y distracciones.

Desde la violencia o la queja, ambos explotan en ese punto de desencuentro que naturaliza los malestares cotidianos de la vida moderna. Gracias al activismo social se ha arrojado algo de luz sobre el peso de la inequidad en la vida de las mujeres, pero ¿cuál es el costo masculino de «morir con las botas puestas»?.

Acercarse a la problemática silenciada del hombre a partir de la metodología de los Procesos Correctores Comunitarios (ProCC) marca un antes y un después en la vida de quienes participan desde hace tres décadas en los talleres guiados por la Doctora Mirtha Cucco, directora de la Casa Central del Centro de Desarrollo en Salud Comunitaria Marie Langer, de Madrid, y fiel colaboradora del Cenesex.

Esta sicóloga argentina defiende esos espacios de reflexión en los que los hombres se dan permiso para analizar el cúmulo de estereotipos que mutilan sus funciones masculinas y logran entender qué los lleva a fracasar tantas veces en el ámbito hogareño y social, a pesar de apegarse al modelo ideal.

Se supone que el hombre es fuerte, saludable, irrompible, sabe hacer de todo (desde arreglar una puerta hasta llevar las riendas de un negocio) y no se ve bien que se quiebre ante las exigencias de asumir algo en lo que no se siente hábil o pone en peligro su integridad.

Esos patrones inculcados desde la infancia con el fin de «ayudarlos» a ejercer el poder como privilegio social, son nombrados Supuestos Falsos por la Doctora Cucco, porque en la práctica esconden expropiaciones y sufrimientos de un alto costo para su salud física, emocional y mental.

Son rezagos de la cultura patriarcal que el capitalismo mantuvo a despecho de otras conquistas porque probaron ser un buen mecanismo de dominación para mantener al hombre ocupado como simple engranaje, sin cuestionar su papel en la gran maquinaria de crear riquezas ajenas.

Mecanismos nada inocentes

Cuando se habla de género naturalmente se piensa en las justas demandas de equidad para las mujeres. De esa base partió Cucco en su recorrido profesional, pero comprendió la necesidad de ampliar la mirada más allá de la punta del iceberg de la dominación masculina y orientarse hacia la realidad no visible que enajena al varón para sustentarla.

Cuba ha avanzado un trecho grande en su proyecto socialista y eso ya de por sí cambia, cura y tiene un efecto positivo, opina la experta, pero alerta sobre los estereotipos tradicionalistas que aún reproducimos sin calcular su alcance, sobre todo en el espacio familiar.

El arquetipo legitimado de hombre valiente, siempre activo, autónomo y temerario está en la base de las altas cifras de mortalidad masculina por causas violentas y enfermedades que tendrían remedio si no se los condicionara a reprimir sus miedos y emociones.

En los talleres proCC es posible tomar conciencia de esas situaciones que rara vez se cuestionan en el actuar diario, aunque se vivan con inquietud: ¿Por qué se ha narcizado al hombre buen proveedor a costa de sacrificar el ejercicio de otros derechos y deberes como pareja y padre? ¿Por qué de adultos se les exige fidelidad y una escucha paciente como prueba de amor, mientras en la infancia se les compulsó a tener muchas novias y ser los dueños de la calle? ¿Cómo escapar del restringido coito falocéntrico que no respeta necesidades ni gustos individuales, si el primer ritual de orgullo masculino es exhibir el pene del bebito?

Tomar el pulso de esas anclas perjudiciales en un debate colectivo es el primer paso para entender que sus problemas no son únicos, que las mujeres también necesitan saber lo que ellos están sintiendo para corregir juntos ese ciclo mal formativo, y sobre todo que hay alternativas para una masculinidad más responsable, autónoma y feliz.

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