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«Patear las pelotas» (o padecer la hora de educación física)

Desayunar a las apuradas, fiaca con matecocido, el estómago revuelto: vamos pichón que comienzan las clases de educación física.

Y otra vez lo mismo… entrada en calor, elija un deporte para todo el año, compita, nenas por acá nenes por allá, el nefasto test de Cooper, sufrir por gordita, maricón o falta de sopa…

Con suerte y viento a favor aprendés a respirar, a cuidarte de las expectativas de los demás, a zafar de estereotipos, a dialogar con otrxs cuerpos, a jugar, bailar y cooperar, a elongar bien después del exceso, un poco de yoga, a mirar el cuerpo social también…
Pero no, otra vez lo mismo de hace 30 / 40 años.

Repaso el propio sufrimiento a tres rayas mientras dejo a mi hijo en el polideportivo. Y me dan ganas de llorar mares y patear todas las pelotas al carajo.

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